Los campaneros de Burgos, esos guardianes de toques y repiques que son ya Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, están muy cerca de hacer realidad su sueño de contar con un campanario portátil para facilitar su trabajo, ese que les lleva por todos los rincones del país para enseñar a tocar los milenarios 'instrumentos' de bronce en sus decenas de tañidos o hacer demostraciones de los mismos.
Las dos campanas que conformarán ese campanario están ya fundidas, labor que se ha realizado en el obrador de los hermanos Portilla, en Santander, uno de los pocos talleres que existe en nuestro país dedicados a este cometido y donde se formó Ismael de la Iglesia, el alma mater de este proyecto, que ha diseñado y supervisado desde su inicio.
La idea, que venía rondando en la Asociación Campaneros de Burgos desde hace años para facilitar su trabajo, se ha hecho posible gracias a la ayuda económica de la Diputación de Burgos, con quien un año más ha vuelto a renovar el convenio que ha permitido fundir las dos campanas pero que también posibilita llevar a cabo sendos trabajos de catalogación de los campanarios de la provincia, por una parte, y de los diferentes toque, por otra. La propia asociación también colabora con sus fondos en financiar el proyecto.
Tener un campanario portátil puede parecer que rompe la magia de ascender a lo alto de la torre de los templos a través de decenas de escaleras, en un acceso estrecho en la mayoría de los casos, pero De la Iglesia pone en la balanza ventajas e inconvenientes y cree que salen ganando las ventajas, y lo dice alguien que acumula muchos años de experiencias ascendiendo y tocando «alejado» de quienes a los pies de las iglesias oyen los tañidos y sus explicaciones. «De esta manera nos acercaremos, nos fusionaremos en esa labor divulgativa y formativa; los vecinos de los pueblos a los que acudimos podrán tocar y mirar las campanas, rodearlas y descubrir los secretos que esconden, las inscripciones que llevan grabadas, el año, quién las encargó, las dedicatorias, los que las fundieron...», dice Ismael que recuerda que cada campana tiene su propia historia impresa.
Tampoco viajar con el campanario portátil significa que no se vaya a subir más a las espadañas de las iglesias; se hará en circunstancias especiales, pero Ismael cree que hay que facilitar las cosas a los asistentes, además de que aclara que muchos templos están en malas condiciones e, incluso, se puede llegar a pueblos donde ya apenas se abren o las campanas no reúnen condiciones para tocarlas.
También tienen su propia historia tallada las dos campanas que aún están en Santander, a la espera de ultimar algunos detalles. Para empezar tienen nombre; la más grande, que pesa aproximadamente 230 kilos, está dedicada a Santo Domingo de Guzmán y San Lesmes, los patronos de la provincia de Burgos y de la capital, en lo que es un agradecimiento al patrocinio de la institución provincial.
Su hermana pequeña, que pesa unos 170 kilos, tiene los nombres de Santa Águeda y Santa Bárbara, dos festividad muy celebradas desde hace siglos en los pueblos burgaleses, perdidas en muchos de ellos, recuerda Ismael, que añade que antiguamente era habitual que un par de campanas estuvieran dedicadas a cada una de las santas. Además se tocaban en determinadas circunstancias; así, la de Santa Bárbara se hacía sonar cuando amenazaba tormenta para pedir protección para los campos y las cosechas.
Por su parte, la noche de Santa Águeda, el 5 de febrero, en prácticamente todos los pueblos burgaleses se subía a tocar el Tente nublo durante toda la noche, para alejar las tormentas de granizo, de igual manera que se hacía la noche del 1 al 2 de noviembre -Día de Difuntos- cuando se hacía sonar el toque de Ánimas. Otra costumbre del día de Santa Águeda era -afortunadamente se ha recuperado esa tradición en muchas localidades- la de reunirse las mujeres para cenar.
Historias grabadas. La elaboración de las campanas es una auténtica obra de arte en la que son maestros Abel Portilla y su hijo, así como el propio Ismael que el próximo año tendrá su taller en Mozuelos de Sedano.
Las dos nuevas campanas se han fundido en bronce y siguiendo el modelo de perfil romano, es decir, que tienen forma de cazuela, lo que las distingue de las esquilonadas -estas con forma de copa- y son más graves. En los campanarios suelen convivir los dos modelos, las romanas son las grandes y las que tocan a difuntos y a fiestas, y las esquilonadas, las más pequeñas, explica Ismael de la Iglesia.
La elección del modelo, explica el investigador burgalés, tiene que ver también con reivindicar nuestra cultura y la peculiaridad de ese tipo de campanas que son propias del tercio norte de la península.
En cuanto a la 'decoración' de ambas también es significativas. Las de Santo Domingo de Guzmán y San Lesmes llevan grabada una cruz cristiana en el reverso mientras en el anverso se ha grabado una poesía, escrita del puño y letra de Ismael y que es un homenaje a las distintas comarcas del territorio burgalés. También lleva grabada la frase: Rogad por nosotros, en referencia a los santos, y la leyenda; Gracias al concejo de campaneros y la Diputación tengo yo tan bello son, en reconocimiento a quienes las han sufragado. También consta la firma de los artistas que la han fundido y el año. Por su parte, en las de Santa Águeda y Santa Bárbara las inscripciones son más sencillas y se han grabado en latín.
También en el taller cántabro se están realizando la estructura -una especie de caballete- sobre la que las campanas se colocarán para tocarlas y voltearlas, mientras que en Palencia se está haciendo el carro donde se trasladarán -similar al que llevan los cazadores para los perros- y que tiene que matricularse para viajar como cualquier otro vehículo. Una vez terminados todos esos elementos, las campanas serán trasladadas a Burgos y podrán estar listas para cumplir su cometido por todo el territorio. No hay fecha para su puesta de largo, pero lo que sí confirma De la Iglesia es que será en Burgos capital aprovechando la celebración «de un acontecimiento de alcance», que no quiere aún desvelar.