Jason Mallison, el espeleobuceador que capitanea la exploración del Pozo Azul, se encuentra estos días en Covanera, la localidad donde se ubica la cavidad. Pero el británico, reconocido a nivel mundial por ser uno de los espeleobuceadores que en 2018 rescataron a una docena de niños atrapados en una cueva de Tailandia, no se adentrará en las frías aguas de la surgencia. 

La imposibilidad de reunir al equipo internacional que acompaña a Mallison a la punta, a catorce kilómetros de distancia, ha obligado a posponer la campaña de exploración para 2025 y centrarse este verano en tareas de mantenimiento. Según explica Pedro González, miembro del equipo, los desplazados a Covanera se adentrarán en las galerías hasta la primera burbuja para comprobar cómo se encuentra el material que han dejado dentro de la cueva y, en los casos necesarios, extraerlo para su reparación.

Aunque las dificultades que presenta el Pozo Azul hacen complicada su exploración, Jason Mallison no se quedará de brazos cruzados. El británico continuará buceando las profundidades de la provincia burgalesa y este año repetirá en Orbaneja. Su objetivo es conectar la cueva Aguanal con Barbancho, cada una en un extremo. Aguanal es «dura, angosta, estrecha, con agua turbia y difícil de explorar», explica Pedro González. El recorrido desde Barbancho a la punta son siete u ocho kilómetros que entre la ida y la vuelta les llevó la última vez 16 horas. Por eso ahora quieren buscar la conexión desde Aguanal porque, aunque complicada, el recorrido a la punta no supera los dos kilómetros. Si consiguen la conexión habría una travesía de diez kilómetros con más de diez sifones que daría por concluidos 17 años de trabajo.