El nuevo curso político que acaba de iniciarse puede marcar el devenir de la legislatura en el Ayuntamiento. Este ejercicio tendrá que servir para conocer si los grandes proyectos del mandato pueden hacerse realidad, si se quedan cortos cuatro años para despejar el camino del futuro Mercado Norte o del Pueblo Antiguo o si el Ejecutivo del PP y Vox va en serio con sus promesas de un recinto ferial, de aparcamientos en altura, de nuevas dotaciones deportivas o de desarrollo de suelo industrial para la ciudad.

Algunas áreas deberán pisar el acelerador para que Burgos avance en la mejora de su movilidad, para poder empezar a ver algo de una Concejalía de Industria que brilla por su ausencia o para mejorar la comunicación de los servicios económicos. 

Si el año 2024, según el Ejecutivo, era el de los proyectos, el ejercicio de 2025 tiene que servir para empezar a ver los primeros brotes de la legislatura y el de las realidades. No es suficiente con dejar todo el peso del mandato en Urbanismo ya que todas las áreas deben de remar en una misma dirección.

El área de Personal deberá ser la que facilite el día a día al resto de servicios, pero estos no deberán conformarse con dejar pasar el tiempo. Se echa en falta iniciativa más allá del Urbanismo y nuevos proyectos que sitúen a Burgos en la vanguardia de la movilidad, del patrimonio, del medio ambiente, de la industria o de la cultura y que se haga realidad de una vez por todas la desaparición del poblado del Encuentro o el nuevo cívico de Fuentecillas.

Es necesario, además, fijarse objetivos que vayan más allá de 2027 y que piensen en una transformación verdadera de la ciudad. La oposición también deberá, desde su fiscalización, exigir pero también proponer. La clave es conocida: trabajo e iniciativa.