Burgos cerró el 2023 con el menor porcentaje en diez años de mamografías sospechosas de anomalías en el programa de detección precoz del cáncer de mama de la Consejería de Sanidad: un 5% de las 17.897 realizadas en el cribado que la Junta ofrecía, hasta finales del año pasado, a todas las mujeres de entre 45 y 69 años y, desde el último invierno, de hasta 74 años. Las variaciones de un ejercicio para otro en el porcentaje de estudios que suscitan dudas sobre tumoraciones malignas (o acerca de otras patologías) no siempre tienen una única explicación, pero sí es cierto que la interrupción de este programa durante lo peor de la pandemia provocó un atasco de pruebas que introdujo cierta 'distorsión' en los datos de las siguientes anualidades, cuando la concienciación creciente acerca de la importancia de la prevención aumentó la participación hasta cifras históricas.
Es decir, en la última década -y siempre según información oficial de la Consejería de Sanidad- la Unidad de Atención a la Mujer (UAM), en el paseo Sierra de Atapuerca, ha realizado una media anual de 17.684 mamografías de control. El primer año de pandemia, el 2020, se quedó bastante por debajo (se hicieron 5.000 pruebas menos de lo habitual), por lo que esos estudios se fueron programando en los años siguientes y, de hecho, el 2022 cerró con datos históricos de participación: 19.876 mujeres acudieron a realizarse la mamografía.
Ese alza de pruebas realizadas se tradujo en un volumen importante de estudios con sospecha de anomalía (6,5%) y necesidad de verificación en el HUBU, donde se confirma o se descarta tanto un posible cáncer como otras alteraciones posibles y, las más de las veces, sin importancia. Pero he ahí el cometido del cribado: localizar cuanto antes un posible cáncer entre todas las opciones.
Así, tras dos años históricos en participación (el 2021, con 19.485 mamografías realizadas y el 2022, con las 19.876 ya citadas) la cifra de asistentes cayó en el 2023 a 17.897 y, al mismo tiempo, los estudios que suscitaron sospechas (897, que equivalen al 5% del total).
Es el porcentaje más bajo de toda la década anterior, en la que los datos máximos de mamografías sospechosas se registraron en años muy dispares entre sí: 2018, con un 7,53% sobre 17.099, que es una cifra baja de participantes; 2019, con un 7,4% sobre 18.110 participantes; y el 2020, con un 7,1% sobre una muestra muy inferior a la habitual a causa de la crisis del coronavirus (12.580 mujeres)
Este programa preventivo se implantó en Burgos en 1993, un año después del comienzo en la región (Ávila, Segovia, Soria y Valladolid fueron las primeras provincias en ofrecerlo) y, en principio, concernía a las mujeres de entre 45 y 65 años, a las que podían añadirse otras de edades diferentes con antecedentes que indicaran mayor riesgo de desarrollar tumoraciones. A comienzos del nuevo siglo, en 2003, los datos relativos a incidencias del cáncer de mama determinaron una primera ampliación de la horquilla de mujeres susceptibles del estudio radiológico y se extendió entre los 45 y los 69 años.
El pasado invierno, dos décadas después, la Consejería de Sanidad anunció que se prolonga hasta los 74 años, ante la evidencia científica de que el riesgo de desarrollar cáncer aumenta con la edad y que el Consejo Europeo instó en diciembre de 2022 a los países miembro de la UE a intensificar esta medida preventiva. En Castilla y León se aprobó el pasado febrero, por lo que ya hay mujeres mayores de 69 años recibiendo la carta de invitación.