Hacía ya medio siglo que Cruz Roja estaba instalada en Burgos de manera oficial, pues el 24 de julio de 1873 se le comunicó al Ayuntamiento que esta «asociación universal para el socorro de heridos en campañas de tierra y mar en las luchas civiles» se establecía en la ciudad, y desde entonces había desplegado una gran actividad en la atención a a heridos de la tercera guerra carlista y de los conflictos de Cuba y Filipinas ingresados en el Hospital Militar, en el traslado de pacientes en ambulancia y en la atención a enfermos pobres que llevaba a cabo en el consultorio municipal.
En los últimos días de 1924 dio un paso más e inauguró un dispensario propio que iba a convertirse en un referente de la sanidad burgalesa y en el que, solo el primer año -abrió sus puertas el 29 de diciembre de 1924, se ha cumplido ahora justamente un siglo- atendió a 1.800 pacientes con una plantilla conformada por 11 médicos de diferentes especialidades y alrededor de 50 'damas enfermeras' que ya llevaban años dedicándose a esta labor altruista.
Diario de Burgos no escatimó en espacio a la hora de contar a sus lectores la inauguración de estas nuevas instalaciones, que se ubicaban en lo que entonces se llamaba un hotelito, entre el Paseo de los Cubos y la calle Emperador, en el barrio de San Pedro de la Fuente, y de citar por sus nombres al cuadro médico al completo pero también a las enfermeras que cubrieron el turno de la primera semana. En el primero se encontraban Máximo Muñoz para problemas dermatológicos; Manuel López Gómez, que se ocupaba de enfermedades de la garganta, nariz y oídos; las de los ojos estaban a cargo de César Antón que, además, ocupaba la dirección del centro, y José Andújar Solana era el pediatra. Para las 'enfermedades de la matriz', lo que ahora sería Ginecología, estaba Emilio Güemes Heras; Eduardo Martín Renedo se ocupaba de las del estómago y Luis Valero, de las del pecho. Se encargaba del «reconocimiento por los rayos X y electricidad» Nicolás Martínez Rituerto y Federico Frank era el dentista.
Esos primeros días de puesta a disposición de los burgaleses fueron las encargadas de la labor de enfermería Rosa Gil-Delgado, Carmen Obeso de Estébanez, Josefa Muñoz Jalón de Isla, Juanita Gil y Felisa Cobos. Todas ellas, al igual que los médicos, formaban parte de la buena sociedad burgalesa, pues de su mano (y de las de la nobleza y la monarquía) la entidad humanitaria dio en esta ciudad sus primeros pasos. La escritora y colaboradora de DB María Cruz Ebro que era, además, la secretaria de la Junta de Damas Enfermeras, fue la encargada de dar el discurso de apertura del solemne acto y, probablemente, de la crónica de este periódico, que aparece sin firma.
(El reportaje completo y más fotografías, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos o aquí)