Inés Praga

Esta boca es mía

Inés Praga


El Amor

11/02/2024

El próximo miércoles es San Valentín, día de los enamorados, y ya se han llenado de corazones los escaparates para que no se nos olvide. Pero Cupido se ha quedado en paro desde que la ciencia ha demostrado que la primera fase del amor, el enamoramiento, es un proceso químico que empieza en nuestra corteza cerebral y acaba segregando dopamina y produciendo ese estado de euforia y embeleso permanente. De ahí que enamorarse sea como una descarga eléctrica, un estado de enajenación completa donde solo queremos estar con el otro/a. Menos mal que hay fecha de caducidad para este terremoto, al que siguen otras fases amorosas menos intensas pero más sólidas y duraderas. Pero no se confíe. Nadie está libre de volver a enamorarse y zumbarse como un adolescente, aunque lleve cachava. 

El amor existe desde que el mundo es mundo y ha ido derribando importantes barreras. Baste comparar el amor cortés medieval con el poliamor actual para comprender que la bandera de la libertad ondea muy alto. Si leen, por ejemplo, Usos amorosos de la posguerra española (1987) de Carmen Martín Gaite, recordarán las duras represiones que muchos vivimos y que, sobre todo en el caso de las mujeres, hacían del amor un controlado e irreversible camino al matrimonio. Hubo muchas batallas para que las siglas LGTBIQ incluyeran y legalizaran fórmulas de relación más allá de la pareja heterosexual, para poder hablar de sexo con o sin amor cuando antes ( no lo olviden) la Iglesia imponía a rajatabla el amor sin sexo; o para saber que se pueden querer a dos personas a la vez y no estar loco, como canta Dieguito el Cigala. No ignoro, sin embargo, que en nombre del amor se han cometido las mayores tropelías, hoy ampliadas sobre todo por la tecnología. 

Pero sea Ud. joven, viejo o mediopensionista celebre San Valentín, solo o acompañado, si es que vive, ha vivido o espera vivir el milagro del amor. Porque no todo el mundo posee ese gramo de locura ni sabe, quiere o puede abandonarse al tsunami cuando llega. Para muestra, un célebre diálogo que el gran John Ford nos regala en Pasión de los fuertes. El sheriff Wyatt Earp (Henry Fonda), acodado en la barra de un bar con un whisky le pregunta al barman, un hombre mayor, en actitud confidencial: 

-«Mac, ¿has estado alguna vez enamorado?». 

Y Mac le responde, con extrañeza: 

-«No, señor, yo siempre he sido camarero».