Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Yo odio, tú odias…

11/12/2024

De todas las afirmaciones, aseveraciones, cortes para radio, prensa y televisión, discursos e intervenciones de estas últimas semanas del año realizadas por políticos, intelectuales, famosos y personajes de diferente nivel, me quedo con la ofrecida por la actriz Karla Sofía Gascón, al recoger, el pasado fin de semana, su reconocimiento de la Academia de Cine Europeo como mejor actriz: «Por desgracia, en este mundo hay mucho odio, quiero recordar a las familias que aman a sus hijos. Aún hoy hay gente que prefiere que sus hijos sean delincuentes a maricones».

Reconocida por su trabajo en la serie de Jacques Audiard Emilia Pérez, Gascón ha lamentado con sus palabras la pandemia social que amenaza a las democracias de todo el mundo, los valores sobre los que se fundamenta la Unión Europea y, en última instancia, la convivencia: el odio. Y si me quedo con su mensaje es porque creo que ha sido precisamente el odio el sentimiento que mejor define a este 2024 y en cuya difusión los políticos y medios de comunicación son los máximos responsables. 

El odio, que encontró con la crisis del COVID un caldo de cultivo que los más ingenuos creíamos que había sido erradicado en el siglo XXI; el odio, azuzado por la clase política, que confía en rentabilizarlo en las urnas; el odio, disfrazado de cruzadas y recompensas celestiales por ultras religiosos; el odio, del que, tiempo al tiempo, los españoles nos arrepentiremos el día en que un descerebrado mate de un tiro a un político, un periodista, un actor o cualquier otra persona relevante que, a su juicio, no merezca la pena vivir porque no entiende la política, la religión o el sexo como él cree que debería entenderse.

Y mientras durante este 2024 nos hemos mantenido distraídos conjugando el verbo odiar, odiándonos, protegiéndonos del odio o indignándonos con su propagación, han permanecido sin resolverse asuntos como las dificultades para acceder a una vivienda digna, a una atención sanitaria de calidad, a una educación pública dotada de recursos suficientes y a una cesta de la compra con la que poder comer carne y pescado fresco, al menos, tres veces por semana.