Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


La luz encendida

13/09/2024

Durante un año trabajé de noche en un rascacielos de Londres. El curro estaba bien, especialmente porque de vez en cuando podías subir a la azotea y vigilar la ciudad mientras dormía. Lo de dormir es un decir, porque incluso de madrugada se escuchaba el trajín de la urbe: sirenas, claxons, jolgorio los fines de semana... 

Una noche en la que subí a tomarme un café me fijé en la ventana del último piso de una casa victoriana de color rojizo que había enfrente. La luz estaba encendida. Dos horas después, seguía iluminada. Y al día siguiente. Y al otro. Siempre que subía y posaba los ojos en aquella habitación la encontraba de la misma forma, no importaba la hora. Pasaron los meses y, de repente, un día, hubo un fundido a negro y ya nunca más se volvió a encender. Mi cabeza comenzó a trazar teorías sobre lo que allí había ocurrido durante semanas y que, de un día para otro, se había terminado. Por supuesto tuve tiempo para imaginar teorías locas y tétricas. Estuve incluso tentado en mandar un anónimo a Scotland Yard para que se encargaran ellos de la investigación. Llegué a dedicar días a escribir el aviso con una prosa pulcra que me hacía parecer oriundo de Islington. Tiempo después seguí dando vueltas al asunto para intentar resolver el rompecabezas. 

Hace unos días vinieron mis sobrinas a dormir a casa. En sus mochilas llevaban unas linternas que pretendían utilizar en caso de apagón, porque no podían dormir si no había una luz encendida por la noche. Entonces volvió a mi cabeza aquella historia de Londres. Pensé que detrás de aquella ventana dormía un niño o una niña que eran incapaces de conciliar el sueño si no había una lámpara iluminando la estancia. Supongo que, finalmente, perdieron el miedo a cerrar los ojos en la oscuridad. No se me ocurre mejor y más entrañable final que resuelva aquel misterio.

ARCHIVADO EN: Londres, Plaza Mayor