En la obra The Aprendice, Roy Cohn está con un grupo de amigos en la penumbra de una discoteca. Es un abogado despiadado. Jamás ha perdido un caso. Alguien llega con un tipo que destella el aura de sus cabellos de oro. Es Donald Trump, hijo de una rica familia que busca su propio camino. Quiere convertir un barrio suburbial en una zona en la que los grifos sean de oro y la blancura de marfil. Ronald ve talento en ese rostro al que acosa la calvicie. Se caen bien y el abogado decide entregarle el secreto del éxito.
Se trata de tres reglas absolutas que nunca hay que olvidar. La primera, dice Roy, consiste en «atacar, atacar y atacar». No hay que saber mucho, pero lo poco que se sabe llevarlo hasta el final. Atacar, atacar y atacar es lo que hace Trump con jueces, países, inmigrantes, Europa... etc.
La segunda, le comenta al oído mientras lejana suena la música como tambores de guerra, es «no admitir nada, negarlo todo». Habrá evidencias para una acusación, pero no importa, se niega una y otra vez y, la mentira, se convertirá en verdad.
Y la tercera, arguye, es «no admitir jamás la derrota». El asalto al Congreso, las sentencias de los jueces... etc. En el mundo no hay reglas, hay personas, concluye, no vayas contra las reglas, ve contra las personas. Imagino que es como decirle a un defensa que si un delantero lo regatea lo derribe. No hay leyes, hay jueces. Si la sentencia es contraria, lo mejor es desacreditar al juez.
Para él, James Boasberg, el juez federal que detuvo la deportación de inmigrantes venezolanos a una cárcel para terroristas en El Salvador, es un comunista peligroso.
El joven Donald aspira esa sabiduría y cincela en piedra los nuevos mandamientos. Desde ellos, llega al máximo poder mundial. De esta forma, nace el «trumpismo discursivo», todas estas patrañas lanzadas por el tipo más poderoso de la tierra.
Kaveh Akbar, poeta y novelista, llama a Trump en Mártir, de gran éxito en Estados Unidos, «Presidente Vituperio». Dice Akbar: «No quiero que le salte una alerta en Google». Esto lo dice todo. No conozco peor forma de censura.
Esas reglas por las que se rige Trump sustituyen a las democráticas y se han convertido en las de la nueva era. El populismo autoritario. Lo que nos queda por ver.