Estos días de zozobra, solidaridad e indignación, se oye por distintas redes la frase solo el pueblo salva al pueblo. La expresión acompaña a imágenes emocionantes de voluntarios limpiando el barro en Valencia. La frasecita, lamentablemente, es una muestra más de manipulación ultraderechista para tratar de desacreditar al Estado, otro acto de inaceptable amaño emocional e informativo.
Los mismos que han estado negando los efectos del cambio climático, la necesidad de invertir en ciencia y cuidado del medio ambiente, en prevención y en contar con servicios públicos adecuados, ahora nos vienen con este mantra de insuflación de identidad y espíritu colectivo con el que tapar toda la irresponsabilidad anterior. España tiene que aprender -nos va la vida en ello- a gestionar catástrofes, a saber que invertir en previsión no es un dispendio, sino un acto auténtico de patriotismo, de protección y defensa de todos.
El Estado es lo que somos, es lo que construimos con nuestro voto y nuestros impuestos, nuestro motivo de orgullo, solidaridad y avance. Las catástrofes son situaciones de gran complejidad, no películas de Hollywood. En cuanto suceden requieren conocimiento del medio, planificación, técnicos especializados, medios de todo tipo, maquinaria pesada y gestión de infraestructuras, movilización de fuerzas de seguridad y ejército, legislación inmediata para ayudas multisectoriales, atención psicosocial a víctimas, etc. Es comprensible que para los afectados todo retraso sea vital, toda inmediatez sea importante, toda atención sea clave. Si existe prevención, unidades de emergencia, planes de contingencia, inversión, prudencia, alertas, es más fácil… Pero siempre las cosas son más complejas, y con la afectación de infraestructuras, todo es más lento. Puerto Rico, un país acostumbrado, pero no con tantos medios, sigue todavía reconstruyéndose siete años después del paso del huracán María…
Mientras el PP anda montando cazas de brujas para tapar con humo sus propias responsabilidades, el Gobierno de España, sin liarse en discusiones, aprueba grandes ayudas -10.600 millones de euros la semana pasada, 3.765 millones ayer-, y sin alharacas, con el desembarco de 18.000 funcionarios del Estado en Valencia, se están reconstruyendo en tiempo récord las grandes infraestructuras, los tendidos eléctricos, las redes de alcantarillado, la potabilización de aguas, los colegios, centros sanitarios… Es importante contar con voluntarios, con la solidaridad de todos, pero sobre todo con la fuerza y competencia de nuestro Estado, el de nuestros impuestos y compromisos. Eso es lo que llamamos España. El pueblo solo, no.
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