Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Cabalgata

01/07/2024

Del mismo modo que la ciencia no es la verdad en sí misma, sino una actitud hacia la verdad que tiene la capacidad de cuestionarla, modificarla y ampliarla, uno entiende que el programa de fiestas que organiza cada año la municipalidad no constituye obligatoriamente un sinónimo de diversión, sino más bien un mero punto de partida para que cada cual se suelte un poquito el pelo y se sacuda por unos días, según su particular entendimiento y sentido de la prudencia, las cuitas laborales y las pesadumbres de todo jaez que nos acosan a diario.

Por eso no dejamos de observar con pasmo los reproches, muchos de ellos ciertamente desabridos, que el personal ha vertido durante los últimos días sobre esa cabalgata nocturna que se anunció como una de las innovaciones de estas fiestas de San Pedro y San Pablo y que al parecer acabó durando más que un traje de pana. El hecho de que el desfile de carrozas no lograra alcanzar el viernes la plaza del Cid antes de que los pirotécnicos prendiesen la primera mecha de los fuegos de artificio ha llenado de indignación a no pocos vecinos, e incluso algún medio de comunicación se ha salido de órbita al solicitar ¡la dimisión! de la alcaldesa. Esta, por cierto, ha hecho público examen de conciencia para reconocer que habrá que «darle una vuelta» a la idea para próximos años, en insólito ejercicio de autocrítica que muchos echamos tantas veces de menos cuando se abordan asuntos más trascendentes.

Porque, si de vituperar tardanzas se trata, la verdad es que a uno le importuna mucho más la lentitud con que se conducen los servicios municipales ante toda suerte de trámites administrativos (que se lo pregunten a los ciudadanos que necesitan obtener un certificado de empadronamiento). Y, en términos generales, deberíamos sentirnos más inclinados a pedir explicaciones al Ayuntamiento por el injustificado incremento de la tarifa del agua (que, si no de nocturnidad, ha pecado al menos de alevosía) antes que por el retraso de una cita festera. 

Uno, en cualquier caso, no siguió el curso de la cabalgata porque estaba tomando unas cervecitas con un grupo de buenos amigos; y, aunque también se le hizo más tarde de lo que pensaba, lo cierto es que se lo pasó la mar de bien.