René Payo

Del Ayer al Hoy

René Payo


Cinco siglos de la nao San Lesmes

21/01/2025

Cercanos estamos ya a la fiesta de nuestro patrono. Pronto los oficios religiosos en la parroquia de San Lesmes centrarán las celebraciones. El Ayuntamiento, con solemnidad y pompa de antaño, acudirá a este templo a renovar, a través del cirio que entregará nuestra alcaldesa, el voto de perpetua fidelidad de un pueblo que se siente identificado con la vida y la obra de un hombre que, aunque nacido más allá de los Pirineos, se cuenta entre los mejores de los nuestros. Danzantes y gigantillos bailarán en su honor, se desempolvarán las viejas capas castellanas y se entregarán los panes bendecidos como recuerdo de la caridad que desplegó a lo largo de su vida. Pero, al hilo de esta celebración que viviremos con renovada ilusión en los próximos días, quizá sea bueno recordar que el nombre de este santo trascendió los estrechos márgenes de nuestra ciudad y fue llevado por muchos burgaleses a tierras lejanas donde creció pronto su fama y devoción.

Fueron los comerciantes de esta urbe quienes más contribuyeron a la difusión de su nombre, teniendo en ello un especial protagonismo la familia de los Astudillo o los mercaderes de esta ciudad asentados en Sevilla que encargaron a Murillo una pintura de este santo, hoy conservada en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Dentro de sus acciones brilla con luz propia la construcción de la nao San Lesmes, que fue fletada para formar parte de la expedición que, capitaneada por García Jofre de Loaisa y con el impulso de la corona, viajó en 1525 hasta Las Molucas. Esta embarcación, según las interpretaciones canónicas, se hundió al poco de entrar en el Océano Pacífico, pero nuevas investigaciones hoy señalan que sólo se separó por motivos climáticos del resto de la escuadra llegando hasta Polinesia, Australia y Nueva Zelanda, siendo esta nao bajo el nombre de este santo una de las primeras que llegaría a las costas de estas tierras. San Lesmes, protector de peregrinos y viajeros, quizá echó un capote a aquellos aguerridos marineros que probablemente se pusieron bajo su protección en aquel difícil trance y que iniciaron una nueva vida en el continente austral de la cual aún queda memoria.