«¡Traidor!, ¡Vergüenza para España!» Un enjambre de manifestantes gritaba, enérgico, a la entrada del prestigioso Ateneo de Madrid, el centro cultural más eminente de la Hispanidad. Banderas de Venezuela ondeaban exasperadas. 
En los últimos 10 años se multiplicaron por tres los exiliados de la dictadura supuestamente bolivariana, más de 150.000 habitan ya en las tierras hispánicas. Unos huyeron en tiempos de Chávez, presunto visionario que pensaba con su verborrea incesante, como Castro, transformar de golpe el mundo entero. 
El suyo sí que lo cambió, sin duda alguna, pero muy para peor. Supuestamente elegido en las urnas, como Adolf Hitler también lo fue, deformó la Justicia para que le obedeciera, destruyendo en pocos años una democracia y convirtiéndola en república bananera, otra dictadura caribeña, con apariencia de urnas y realidad de cárceles mezcladas con miseria. 
También se unieron pronto las grandes fortunas que en algunas capitales españolas compraron las casas mejores, para aposentarse. 
El resultado: un país antes riquísimo y al que emigraban los españoles cuando yo era muchacho para volver con sus fortunas resplandecientes, tierras ricas también en petróleo, mutado en una nación misérrima, llena de robos, donde los apagones eléctricos derrumban todo, donde la vida se ha convertido en un infierno, allí donde hace poco había paraísos.
¿Y por qué gritaban llenos de cólera a las puertas de una institución cultural tan principal? El antiguo presidente del estado español, quien dirigió sus destinos y casi lo desmantela, el mismo que destruyó el prestigio del Partido Socialista y propició la entrada de formaciones más radicales de izquierda, con pretensiones revolucionarias, acudía a presentar su último libro, que ya en su título dice que iba a hablar: ¡sobre democracia! Fascinante paradoja, pues es de los que ha propiciado su hundimiento. 
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero, de quien hablamos, es asesor en el fango de aquellas fronteras, como también iban los de Podemos a envenenarse y emponzoñar con cargos de asesoría y cobrar fortunas por ello.
Menos El País, los demás grandes diarios nacionales dan cuenta sucinta de lo ocurrido, pues parece más grave de lo que emerge. 
El expresidente del Reino de España medió para que pudiera ir al destierro español el opositor al gobierno venezolano Edmundo González, quien ganó las elecciones frente al tirano de chichinabo Nicolás Maduro.
Es llamativo que personas con tanta información, como Zapatero, sigan imaginando que apoyan para bien una «revolución» y, además, creerse democráticos, aplastando a sus contrarios. Cuando no interesa comprender, no se entiende y se tapan los argumentos contrarios, o a quienes los declaran.
Cada uno ha de dedicarse a lo suyo, «zapatero a sus zapatos», no a herrar ajenos cascos de lejanos caballos, que para ello están los herreros que ya tienen su puesto desde antaño. Aunque también intentan desmantelar España, esperemos que no nos conviertan en otra república bolivariana.