Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


El ninguneo

13/03/2025

El último encuentro que mantuvieron Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se produjo en diciembre de 2023. Gran parte de la reunión consistió en hablar sobre la situación del Consejo General del Poder Judicial, que llevaba cinco años bloqueado.

Ha llovido mucho desde entonces: un nuevo presidente en Estados Unidos que está cambiando el mundo, los avatares de una guerra en territorio europeo, la ruptura en España de los dos principales partidos a la izquierda del PSOE, el auge de la ultraderecha en la UE y, en España, una sucesión de escándalos de corrupción que afecta principalmente al PSOE y al gobierno, con noticias inconcebibles en un país democrático que han llevado a la imputación nada menos que del Fiscal General del Estado, la mujer y el hermano del presidente de gobierno, y de quien fue durante años su persona de máxima confianza, José Luis Ábalos. Por no mencionar el empecinamiento del presidente de gobierno de gobernar, como anunció, sin necesidad del legislativo, o la falta de aprobación de los presupuestos generales del Estado.

Una anomalía está falta de trato entre presidente del gobierno y líder de la oposición. Una anomalía que además responde al empeño de Pedro Sánchez de hacer alarde permanente y público de la escasa consideración hacia Feijóo, probablemente porque no le perdona la humillación de que le ganó las elecciones aunque no con el respaldo suficiente para gobernar, y prácticamente echó al PSOE del mapa regional en las autonómicas y municipales.

Nunca un presidente español ha gobernado sin comunicación de ningún tipo con su principal adversario. Al contrario, cuantos mayores han sido los problemas internos o los conflictos internacionales, más se ha evidenciado el interés de los jefes de gobierno en mantener informados a los dirigentes de la oposición de la trastienda de esos problemas y conflictos. Sobre todo al líder de la oposición. En estos años de democracia, se ha visualizado siempre que la dureza de los debates parlamentarios no impedía que las relaciones personales, por el bien de los ciudadanos, se mantuvieran por encima de cualquier circunstancia. No eran de amistad, pero sí de confianza, incluso con intercambio de información reservada. Como debe ser.

Que Sánchez, en la ronda de contactos con la oposición para informarles sobre la Defensa y la Seguridad europea dé a Feijóo el mismo trato que al resto de los partidos de la oposición, después de cinco años sin cruzar palabra más allá del hemiciclo, dice poco sobre el carácter y la educación política del presidente de gobierno.

Con esa actitud transmite, en contra de lo que podría parecer, una gran inseguridad en sí mismo, que le lleva a marcar distancias con quien puede ganarle la batalla dialéctica con propuestas inteligentes o desmoronando las que promueve Sánchez. Un hombre que hace alarde de soberbia, pero a la hora de la verdad demuestra su pobreza, aceptando el debate solo con partidos de escaso relieve, o comprando la voluntad -y, por tanto, callando la boca- de quienes podrían plantarle cara.