Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


Los reyes que se eligen

23/06/2024

El día después de celebrar los 10 años de su reinado vimos al rey Felipe VI disfrutar, y sufrir también por las ocasiones no convertidas, con el baile que nuestra selección le pegó a Italia. Vamos, como todos los españoles que poco a poco nos vamos subiendo al barco de esta España en la que especialmente dos niños talentosos, descarados, valientes, carismáticos, ídolos de los chavales como Lamine Yamal y Nico Williams, nos han devuelto la ilusión. Y ahí andamos ahora, haciéndonos fans de Cucurella, recuperando a Pedri, valorando a De la Fuente, entusiasmados con Fabián, aferrados a Rodri, Morata, Carvajal… creyéndonos ya capaces de todo en esta Euro. Y por cierto representados también los burgaleses en la festiva grada de Alemania, con paisanos presumiendo de bandera del Burgos. 

Pero a lo que iba. Me gusta la espontaneidad, la celebración de un rey que nos representaba un poco a todos en esa visita al vestuario de España asombrándose por la juventud de Lamine, felicitando a los futbolistas. La normalidad en ocasiones es extraordinaria. Y un punto de campechanía algo que agradecer.

Hace poco tuve la ocasión de saludar en persona a los reyes, a don Felipe y doña Letizia. Me parecieron exquisitamente profesionales. Conocían perfectamente las historias de cada una de las personas a las que ese día se premiaba. Valores del deporte que, se nota, entusiasman en la Casa Real. Rey y reina demostraron ser conversadores ágiles, empáticos, interesantes, interesados, cercanos, naturales, auténticos, y humanos, quizás la clave de todo. 

Porque si durante siglos las monarquías se empeñaron en evidenciar su carácter quasi divino, castillos fortificados, vidas a una distancia abismal de las de sus, entonces, súbditos, hoy los adeptos a la corona se afianzan apelando al corazón. 

Y así, el gran momento de la celebración de la década como monarca del rey Felipe fue el del inesperado discurso al alimón de la princesa Leonor y la infanta Sofía, con la complicidad de la reina Letizia. Dos hermanas y una madre a punto de hacer asomar las lágrimas en la mirada azul, intensa de un padre lleno de emoción y orgullo. El rey. 

Un momento en el que es fácil identificarse. También en los dolientes pies de la reina, apoyada en un taburete, renunciando a los tacones, y abriendo así el camino a todas aquellas que no se atreven a hacerlo, fieles seguidoras del "para presumir hay que sufrir". Gracias, majestad.
Ya sé que no, que a los reyes no les elegimos, pero yo lo haría.