Resulta inevitable desviarse de la actualidad nacional en estos días tras conocer algunos detalles del escalofriante sumario de la dana, en el que se constata que la mayoría de las muertes se produjeron antes del envío de la alerta a los ciudadanos. Es verdaderamente incómodo escuchar al aún presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, intentando sobrevivir con una pérdida absoluta de la dignidad y una falta de respeto hacia su propia persona que estremece. 

Hace un par de años escuché a un dirigente del PP burgalés hacer una comparación entre el partido político de Ciudadanos y la película de Amenábar de Los Otros. Bromeaba en el sentido de que todos sabían que los de Cs eran los únicos que no sabían que estaban muertos.

Valdría lo mismo para Carlos Mazón, del que uno cree que es el único que cree que puede salir vivo de todo esto. Genera incomodidad ver ese apego al poder (también lo vemos en el ámbito local por cuestiones, en este caso, menos dolorosas) y comprobar que cada día que pasa el dirigente popular ofrece una versión sonrojante y vergonzante en la que se contradice y trata de repartir las culpas. Lo que demuestra una falta de madurez política, una gran incapacidad y una nula honradez.

No tiene ya ni un pase, si es que alguna vez lo tuvo, que se encargue de la reconstrucción. Su presencia en la política hace daño a las víctimas y al propio Mazón. ¿Nadie en su círculo le abre los ojos ni, en este caso desde Génova, se le exige que se aparte?

El relato de las muertes es desolador y parece demostrar que algunas pudieron evitarse de haberse actuado antes. El futuro político de Mazón es inexistente. Falta por ver si la justicia le hace también responsable.