En los últimos años se han popularizado los medios rurales como una vía de escape de la rutina de la ciudad. El aumento de turistas en estas áreas supone una pequeña fuente de ingresos temporal que ayuda al mantenimiento de sus instalaciones y mejora de la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, como todo rayo de esperanza, viene acompañado de sus sombras. Esta nueva moda atrae a todo tipo de turistas: desde los más respetuosos y concienciados con la naturaleza hasta aquellos cuya codicia y egocentrismo rompe la barrera del sentido común, poniendo en riesgo su entorno y la seguridad de todos, incluso la suya propia. 

Uno de los errores más comunes y en ocasiones desconocido es la invasión de los campos de cultivo y florales en busca de la 'foto perfecta'. Esta práctica tan común y totalmente innecesaria gracias a un conocimiento básico de la perspectiva pone en peligro a los animales y a las plantas en cuestión. Además, la violación de las restricciones de la presencia humana debido a la nidificación de aves y reproducción de otros animales es una imprudencia que afecta a cientos de especies cada año.

Huelga decir la triste aportación sobre el elevado número de incendios que arrasa con los campos de cultivos víctimas de la dejadez y descuido de sus visitantes. La belleza de la naturaleza es fácilmente apreciable desde la seguridad que nos aporta un terreno firme lejos del borde del acantilado. Esto parece de sentido común, pero da vértigo ver el número de accidentes atendidos por los servicios de rescate debido a la omisión de esta lógica. 

El mundo rural ofrece muchas ventajas tanto para sus habitantes como para los turistas, siempre y cuando uno se informe antes de ir y se acuerde de llevar consigo el equipamiento adecuado y el sentido común. La naturaleza no es un parque sin ley, es el bello hogar de cientos de personas y de especies animales y vegetales que cuidan cada día de ella. Respetemos el paraíso de sus tierras.