Esa es la sensación que me dejan las últimas noticias sobre este sistema recaudatorio tan encantador al que nos tienen sometidos cuando hay que sacar cuartos de donde sea. El problema reside en que siempre nos toca pagar a los mismos. Llega el típico abusón de clase, lleno de complejos, envidia y sin recursos mentales, que siempre va a pegar al más desvalido.
Esto es lo que está pasando con nuestro Ayuntamiento y su trato al comercio local ubicado en el Centro. Lo puntualizo, porque aunque las tasas y ordenanzas son en general para toda la ciudad, el Centro siempre parece el objetivo prioritario de todas las agresiones, tal vez porque somos tranquilos. Pero se pueden equivocar y, emulando a otros barrios en los que no se atreven ni a entrar, en esta ocasión, en el Centro se está rebasando la raya que marca el límite de lo soportable, y puede haber consecuencias graves.
Y es que después de más de treinta años diciéndonos todas las administraciones, central, municipal y autonómica, que es fundamental embellecer, mejorar y ornamentar nuestras calles para hacer de nuestros centros históricos un escenario atractivo que invite al paseo, e insistiendo año tras año en que instalemos elementos de todo tipo y color en nuestras puertas y calles; van ahora y a traición nos remiten misivas de amor en las que nos cobran y castigan porque dicen que ocupamos su maravilloso espacio público con esos elementos que nos llevan años insistiendo en que pongamos.
Desde luego el comercio no persigue, ni obtiene ningún beneficio económico o publicitario, con la instalación de un árbol, planta o adorno en su entrada. Lo único que pretende es mejorar el entorno y la imagen de nuestras calles y, sin más, nos meten unas tasas que ni entre ellos mismos se aclaran.
Me temo que esta vez debe haber una solución inmediata, de otro modo, nuestras calles peatonales volverán a ser unos tristes y decadentes ejes urbanos, y la ciudad lo acabará pagando.
Y lo he dicho, las normas están para cumplirse, pero las normas no son para agredir ni atropellar al más débil, esto solo ocurre si se aplican mal a propósito por quien las impone, cuando lo que debe hacer es proteger y defender al ciudadano.