Por fin el PP se pone a hacer oposición en serio. Con la exigida unidad de acción por la que ya clamaba San Agustín en su célebre cita: en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo lo demás, caridad. Con Cataluña primero, le faltó decir al obispo de Hipona. Porque si ya no hay unanimidad frente a la condonación de la deuda catalana a petición de ERC, como enésima claudicación de Pedro Sánchez para seguir una temporadita más en la poltrona sin capacidad real de gobernar, con una derrota parlamentaria tras otra, apaga y vámonos.
Esta semana han alzado la voz los barones territoriales con mando en plaza. Alfonso Fernández Mañueco hablando de "atraco" a todos los españoles para tapar el despilfarro socialista. Jorge Azcón se refiere a las lentejas, con jamón y chorizo para Cataluña y a palo seco para los aragoneses. María Guardiola critica la actitud "servil" del presidente con los separatistas, mientras a Moreno Bonilla le abochorna que todos los españoles salvo los catalanes paguen la fiesta del procés. Llegado el miércoles, día de autos, los consejeros de los gobiernos autonómicos del PP formaron un bloque compacto y abandonaron la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera al llegar al punto quinto. Y María Jesús Montero, la histriónica ministra, salió indignadísima ante tamaña deslealtad institucional. Que para lealtad institucional de libro conviene recordar que fue un tal Oriol Junqueras quien anunció esta decisión de forma unilateral, y no el Gobierno.
Los doce titulares de haciendas regionales que tomaron las de Villadiego señalaron su negativa a ser cómplices del chantaje permanente del independentismo, cuando lo que se necesita de verdad es una reforma integral del sistema de financiación. Porque, por más que la cansina propaganda gubernamental nos considere idiotas, la deuda no desaparece, sino que pasa de un sitio a otro. La pagaremos todos los contribuyentes a través de nuestros impuestos durante muchos, muchísimos años. No es una quita ni persigue beneficiar por igual a todas las comunidades. Una mentira más propalada por trileros. Ya no cuela.