Si tiene usted la tensión arterial alta y toma una pastilla que la controla, esa pastilla tiene valor. Si se quiere ir de viaje y usa el coche para trasladarse, su coche tiene valor. Si tiene un hijo en Australia y utiliza su móvil para hablar con él, su teléfono tiene valor.
Cualquiera podría seguir poniendo ejemplos de cosas que utilizamos para conseguir propósitos, que están cargadas de valor.
Diego Gracia, el impulsor de la bioética en nuestro país, cuando habla de los valores llama a esas cosas que nos facilitan la vida valores instrumentales. Además, afirma que existen otros valores a los que llama intrínsecos, que son los que cada persona puede desplegar para sí mismo o para otros: se refiere a la amistad, la solidaridad, la compasión, la deportividad, la honestidad, el respeto, la empatía, el compañerismo, el amor, todo lo que habita nuestro mundo interior y que cada cual desarrolla o no, según sea su actitud ante los otros o ante la vida. Todo eso son valores y cada uno cumple su función.
A día de hoy, tengo para mí que los valores instrumentales han arrollado a los intrínsecos, que la calidad de vida se ha decantado por tener cosas, más allá de cómo sea nuestra relación con las personas, y nos estamos equivocando.
La calidad de vida está directamente relacionada con la calidad de los vínculos que somos capaces de generar -familiares, sociales, profesionales y de todo tipo- con otras personas, y con carácter presencial. Tener 200 amigos virtuales no es tener amigos de verdad, pero a través de los móviles se consigue estar cerca de los que están lejos, y alejarnos de los que están cerca: una burda paradoja.
Y una segunda reflexión: los valores instrumentales se compran, cuestan dinero, los intrínsecos no, se despliegan voluntariamente y son gratuitos. El capitalismo en modo DANA necesita que compremos compulsivamente, enseña que todo tiene un precio pero no nos enseña qué tiene valor, y esa pedagogía, la de lo que tiene valor, es la que sería sensato que se enseñara en los colegios.
Esta es la revolución que necesitamos: pacífica, sin drones, educativa, hecha de abajo hacia arriba, desde los primeros peldaños de la educación.