Cinco mujeres con cáncer de mama metastásico han presentado en el Ministerio de Sanidad más de 90.000 firmas solicitando la aprobación de un fármaco que ha demostrado su eficacia en estos casos mejorando la supervivencia. Su objetivo, forzar la negociación y el acuerdo en el precio entre el Ministerio y el laboratorio que lo suministra para poder utilizarlo. Esta música me suena.
Hace 40 años, cuando el sida campaba a sus anchas y los pacientes se morían irremediablemente, los movimientos ciudadanos con sus continuas demandas forzaron a las administraciones a negociar con la industria farmacéutica para acelerar la aprobación y financiación de diferentes fármacos antirretrovirales: eso salvó muchas vidas. En cada congreso mundial de sida que se celebraba, tenían su propio stand, y cada día acudían en manifestación y ponían patas arriba algún stand de los grandes laboratorios, cuyo personal abandonaba el lugar hasta que aquello terminaba. No había violencia física, todo estaba anunciado y pactado, y todos sabíamos lo que iba a suceder. Y surtió efecto.
Hace unos 10 años con la hepatitis C sucedió lo mismo: sin tratamientos eficaces durante más de 30 años, se encontró un fármaco y posteriormente varios más que curaban, sí, curaban, la hepatitis C crónica de la que tantas personas habían muerto, pero el Ministerio retrasaba su aprobación hasta que los pacientes del Hospital 12 de Octubre y posteriormente de otros iniciaron manifestaciones en la puerta de los hospitales reclamando su comercialización: viniendo del desierto terapéutico previo, ni los pacientes ni los médicos dábamos crédito a aquella eficacia de curación del 100% de los tratados.
Sí, los movimientos ciudadanos tienen mucha fuerza, los ciudadanos no somos ni debemos ser espectadores en asuntos trascendentes cuando alguna administración no está a la altura de las circunstancias, y hay que salir a la calle y exigirles que den la talla. Los gobernantes, y tenemos muchos, no gobiernan para calentar sillones sino para resolver problemas. Parece de Perogrullo, pero tenemos demasiados ejemplos presentes.
Vaya desde aquí mi apoyo a esas mujeres que reclaman un derecho del que, además, depende su vida.