Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Impuestos y precios inflados

06/10/2024

Resoplaba, gesticulaba, aquella buena señora de edad madura, y de sus quejas salió un suspiro: «¡Aumentan los precios de nuevo, no lo sueldos! ¡Maldito Gobierno! ¡El pan, la leche, el aceite, lo que todos necesitamos y todo porque nos vuelven a subir los impuestos, para luego gastar en tonterías varias y en sus mil asientos en los ministerios!  
Se volvió, el rostro miraba hacia nosotros, los otros, y varios se unieron al coro de improperios. No entendían las patrañas con las que seguían exprimiendo al pueblo: «¡Decían que por la guerra en Rusia tenían que subir el precio de la electricidad! ¡Subió todo antes y, además, qué tiene que ver nuestra electricidad, que aquí producimos, con lo que pasa al otro lado del mundo! ¡Se aprovechan para exprimirnos de nuevo con leyes estúpidas, laberintos administrativos!»
Algún joven se unió al grupo, que en el supermercado parecía un motín de menesterosos: «¡Y luego dicen que hacen falta niños, pero los salarios no suben a la velocidad de los precios, y aunque tengamos pareja estable, todo se nos va en el alquiler del piso, ¡pero una casa compartida con amigos!».
Dos salarios apenas bastan para pagar el techo hoy y enfrentarse a la inflación general, que no termina de hincharse como un cadáver que sale a flote en un océano contaminado. La vivienda alquilada cuesta un 63'9% más que hace diez años. El poder adquisitivo va menguando en jóvenes y viejos. Los informes ministeriales alertan de que la juventud es el segundo grupo con mayor riesgo de pobreza y exclusión social después de los niños, incluso trabajando. Ahora tener un empleo no es incompatible con ser pobre, ni garantiza estabilidad económica alguna. Luego queremos que aumente la natalidad... Lo que aumentó, en cambio, gravemente, es el número de abortos voluntarios, más de cien mil... No vamos muy bien con estos números que nos deshacen la vida, poco a poco.
Sigue la tendencia decadente en nuestra sociedad, donde el pueblo cada vez se siente menos representado por sus políticos (apenas podemos llamar a este engrudo de partidos «democracia», pues ellos, arriba, hacen y deshacen al margen de nuestras voluntades), donde políticas internacionales que no se entienden nos llevan a gastar en armas para guerras que apenas nadie quiere, donde la clase media se disuelve en un proletariado general sin recursos, cada vez más débil. Volvemos a los trabajadores pobres, como en el siglo XIX. Los impuestos, en cambio, se alzan aplastando las actividades bajo enorme burocracia, muchísimos permisos, la administración que se reproduce como un monstruoso cáncer en el gobierno, autonomías, provincias, alcaldías...
La señora se desahogó con los de alrededor, pero luego fue a pagar. ¿Se acordará de lo que sucede cuando vaya a votar? Tantas miserias se olvidan poco antes de las elecciones... ¿Quieren robarnos la esperanza?