Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


...O mores

11/09/2023

Resulta curioso comprobar cómo algunas costumbres llamadas en su día a acompañar a los burgaleses a través del tiempo se extinguen irremediablemente de un día para otro, en tanto ciertos hechos de naturaleza accidental se prolongan indefinidamente en la vida de nuestra comunidad hasta adquirir el noble rango de la tradición. Entre las primeras figura el festival EnClave de Calle, apreciado durante más de dos decenios como una cita de proyección internacional que hermoseaba cada otoño la vida cultural de nuestro suelo bendito, y sustituida este año de un plumazo por una versión de Hacendado del venerable certamen so capa de la falta de dinero. Entre los segundos, esa nómina de caprichos que aguantan el paso del tiempo y van forjando sin que nos apercibamos de ello nuestra identidad colectiva, descuella el caso de la cafetería Espolón, en la que el impago del arrendamiento municipal vuelve a la actualidad informativa con un carácter crónico tal que parece haberse convertido en práctica autorizada por derecho consuetudinario (por bien que en esta ocasión el asunto no pase de una falsa alarma y el concesionario se haya apresurado a abonar las dos mensualidades que tenía pendientes).

Otra especie antaño incidental que va poco a poco va trocándose en costumbre, y acaso en ley, florece de forma silvestre en el Servicio de Tributos del Ayuntamiento, protagonista recurrente de las quejas interpuestas ante la Oficina de Atención al Contribuyente por los burgaleses, desazonados muchos de ellos porque nadie los atiende al otro lado del teléfono, y apesadumbrados otros por la certeza de que acordar una cita previa para intentar desentrañar algún que otro malentendido fiscal constituya empresa tan quimérica como escaparse de la cárcel de El Dueso.

Uno, la verdad, prefiere tradiciones más sosegadas y mucho más risueñas, como tomar el aperitivo por la calle de San Lorenzo hasta la hora de vísperas, o aun la de completas, u obtener licencia de la señora alcaldesa para cantar las marzas y ahuyentar, de paso, los malos espíritus del invierno. Pero qué le vamos a hacer: los tiempos cambian, así que habrá que adaptarse a lo que vaya viniendo. O tempora…

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