A nadie le importa la justicia hasta que tiene que acudir a ella. La cuestión es que con el desarrollo de los nuevos formatos familiares y con 47 millones de españoles, seguramente en algún momento de nuestras vidas tendremos que acudir al juzgado. Lo haremos por una simple multa, un accidente, una alcoholemia, un ciberataque o mil asuntos más, pero especialmente porque nuestro modelo de familia actual hará que esta jurisdicción, la de familia, cobre aún más valor. Las rupturas y los nuevos comienzos son algo natural, así como el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Todos son capítulos que vamos escribiendo en la vida y donde, especialmente como sociedad, debemos proteger a los más pequeños y a nuestros mayores.
Algo tan trascendente como puede ser una incapacidad o una crisis familiar se encuentran desatendidas en nuestro país porque preferimos priorizar otras cuestiones de mero postureo.
La actual presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia ha intervenido en el Congreso dejando datos tan importantes como que el 25% de los asuntos judiciales civiles son asuntos de familia, por lo que hablamos de más de 300.000 niños implicados en procesos cada año. Y como bien dice mi compañera, les aseguro que cada uno de esos procesos es doloroso no, lo siguiente.
Los abogados de familia, seguimos exigiendo algo tan obvio como la especialización, que en Burgos me alegra decir que ya la hay, pero nos falta dotar de los medios suficientes para que familias enteras no tengan que esperar una media de nueve meses para ser examinados por un equipo sicosocial. No parece que sea mucho pedir para un servicio público que es tan básico como la educación o la sanidad. Y sobre todo, es ser muy torpes, porque, como recordaba también mi compañera, los retrasos en los procesos judiciales de familia son, en muchas ocasiones, potenciadores, y yo diría que la causa directa, de situaciones de violencia de género, doméstica y filio parental.
Así que ahí lo dejo, como propuesta prioritaria en la que invertir para bajar esa lista tan terrible que manejamos a diario, y especialmente para cuidar y proteger a nuestros pequeños de la estupidez de los adultos.