La inminente toma de posesión de Trump como presidente de los EEUU está removiendo el braserillo internacional. Sin duda es un personaje impredecible, con alardes de protagonismo más allá de lo corriente en el teatro de la política. Entre sus varios anuncios expansionistas está el de Panamá.
Consiste en exigir la devolución del Canal porque su gestión no tiene en cuenta los intereses de EEUU, que es su fundador, y sí los de otros países como China. Amenaza con denunciar los acuerdos internacionales básicos que firmó Carter, el expresidente fallecido a los cien años y que está siendo objeto de un reconocimiento oficial a nivel nacional en la catedral de Washington.
Trump en este caso no lo tiene fácil. La explotación del Canal es un proyecto de origen yanqui propuesto por Roosevelt y que se concretó en los acuerdos de 1977 entre Panamá y EEUU. En ellos se establece claramente la soberanía territorial de Panamá sobre la Zona del Canal, donde ondea su bandera, como dice su Constitución. No es posible que Trump pueda saltarse todas estas vallas para llegar a su objetivo. Son limitaciones muy serias del Derecho internacional y además tropezará con la oposición de Rusia y China, entre otros actores de la escena mundial.
Como es sabido, el Canal permite pasar del Atlántico al Pacífico y conectar a los ribereños de ambos océanos sin tener que pasar por Tierra de Fuego, al sur de Chile. Por eso quedan en el recuerdo histórico los tiempos de la carga del Galeón de Manila, que tenía que ser porteada atravesando 82 kms. de tierra del istmo entonces perteneciente al virreinato de Granada, luego Colombia.
El presidente de Panamá afirma la soberanía sobre el Canal y dice que no hay más chinos que los que pasan embarcados. Pero cierto es también que hay un problema. El costo del paso se está disparando. Para no esperar hay que pagar un plus desorbitado por saltarse la cola. Y la causa es estructural porque el sistema de esclusas no es de agua de mar sino de agua dulce proveniente de los lagos de Panamá. No hay agua bastante por efecto de una terrible sequía y reduce el ritmo del tránsito considerablemente. Veremos lo que hace Trump.