El ejército alemán da un paso al frente. Así resulta de la decisión tomada por el Parlamento a propuesta del próximo canciller, Federico Merz, conservador, que con socialistas y verdes tiene amplia mayoría -superior al 50 por ciento-. Consiste en que la Constitución permitirá hacer un esfuerzo presupuestario multimillonario para independizarse del pariente americano, antes del tío Sam, hoy del tío Donald. Este acuerdo marca un hito en la historia de Alemania.
Derrotada en la guerra mundial, quedó en 1945 ocupada por los vencedores (EEUU, RU, Francia y la URSS). Tras la partición en 1949, la URSS optó por mantener en su parte un pequeño ejército al servicio del Pacto de Varsovia, y de manera paralela los aliados occidentales armaron otro en la Alemania occidental al servicio de la OTAN. Tras la caída del muro de Berlín y la reunificación, en 1990, vuelve Alemania a ser un Estado. Y ahora la conmoción que sufre el orden internacional, causada por Donald Trump, es el elemento determinante del nuevo paso alemán.
Es trascendente en el escenario internacional, porque el primer ministro no es un político al uso, cuyas decisiones pueden ser oportunistas, revisables, equidistantes. Merz llega con un historial de determinación, con decisiones tomadas no para la galería, como ocurre con Trump. Va en serio y es conocido en lo interno y en lo externo. Léase Putin, léase Bruselas, léase Inglaterra. De España no hablamos de momento.
Sin embargo, este paso al frente solo es un paso. Queda mucho camino que recorrer para su efectividad internacional. En estas fechas precisamente se aborda la cuestión en el seno de la Unión Europea, donde Alemania recupera un protagonismo porque su decisión resulta bien vista, especialmente por Francia y Polonia, países destacados en asegurar la independencia de Europa en materia de defensa. Inglaterra también lo ve bien, pero en inglés.
Las cuestiones más complejas que vemos venir y sobre las que Europa tiene que decidir son dos. El suministro de armamento no debería ser americano en su mayor parte como hasta ahora. Y otra, el mando unificado en materia de defensa no puede moverse por el camino de la unanimidad, que ha sido el propio de la UE hasta ahora. El que más ponga, más mandará.