El comienzo del curso es para todos nosotros un buen momento para realizar una evaluación de lo sucedido desde el comienzo de año. Fijar un punto inicial siempre es necesario para analizar la evolución en el tiempo. Septiembre ha sido y es un mes de comienzos y no sólo para los estudiantes. Esta semana el Banco de España, que hasta el momento ha sido una institución independiente, ha publicado uno de sus suculentos informes. En concreto el que analiza la evolución del sector exterior en España en los últimos años. Durante décadas las relaciones comerciales con el exterior en nuestro país han sido una asignatura pendiente. Situación que comenzó a cambiar en la crisis de 2009 cuando la demanda interna estaba en mínimos. Desde entonces, el peso del sector exterior en nuestro Producto Interior Bruto no ha hecho más que aumentar, en concreto en 13 puntos porcentuales, pasando del 26% en el año 2008 al 39% en 2023. Esta evolución ha sido posible gracias a la variedad de productos exportados, entre los que destacan el sector del automóvil, la alimentación, los bienes de equipo y los productos químicos. La tasa de crecimiento de las exportaciones en este periodo ha alcanzado el 13,4% frente al 4,1 de Alemania o el 5,1 de Francia, haciendo a nuestra economía mas fuerte frente a la coyuntura nacional. La razón fundamental para este aumento se encuentra en una mayor competitividad de nuestras empresas junto con la creciente internacionalización de estas.
Otro de los factores a destacar en esta evolución es la diversificación geográfica. España ha intercambiado productos y servicios fundamentalmente con los países de la Eurozona, que supusieron el 55% de las transacciones, pero han ganado peso países como Marruecos, Estados Unidos, China y Turquía como destino de nuestros productos y servicios.
Aunque la balanza comercial en el conjunto del país es deficitaria cabe destacar que nuestra relación con los países de la Unión Europea es superavitaria desde 2017. El sector exterior facilita la menor exposición de nuestra economía a ciclos domésticos, lo que no evita estar inmersos en la evolución geopolítica mundial incierta.