Pablo Álvarez, tras los pasos de Duque y Alegría

Raúl Casado (EFE)
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El astronauta se prepara hasta el extremo humano para convertirse en el tercer español que se suma a una de las misiones más difíciles: una larga estancia en la Estación Internacional

El sofisticado programa de entrenamiento de un cosmonauta incluye formación en sistemas, naves, caminatas espaciales, ingeniería de vuelo o supervivencia. - Foto: NASA

Ciencia, investigación, esfuerzo y aventura se dan la mano  en la figura del astronauta leonés Pablo Álvarez, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que se prepara intensamente estos días en la Tierra para su gran misión: una larga estancia de seis meses en la Estación Internacional (ISS) antes de 2030. 

No se trata de una tarea fácil, como tampoco lo fue la de sus predecesores españoles Pedro Duque y Miguel López Alegría. El madrileño hizo historia en 1998 al ser el primer nacional que alcanzó una órbita exterior en un viaje de nueve días por el  espacio, antes de incorporarse al equipo de la ISS en 2003; mientras que el hispano-estadounidense se convirtió en un veterano de los vuelos espaciales con la NASA, además de ostentar el récord en caminatas fuera de la nave.

Ahora, más de un cuarto de siglo después de aquella hazaña del madrileño, Álvarez se prepara para cualquier circunstancia que pueda suceder en la Estación, tanto desde el punto de vista tecnológico como de aguante físico y mental, porque como él asegura, «todo» lo que se hace en este gigantesco complejo que órbita la Tierra «es ciencia» y redunda en beneficio de la humanidad.

El leonés ha interrumpido durante unos días el intenso entrenamiento al que está sometido para repasar lo duro y apasionante que está siendo esta formación, pero también para mostrar de primera mano los objetivos principales de las grandes agencias, como son regresar a la Luna, establecer allí una base permanente o enviar una misión tripulada a Marte.

La fuerte irrupción del sector privado, con empresas como la estadounidense Space X, ha propiciado, según Álvarez, «una revolución» en el sector que va a posibilitar un abaratamiento del acceso al espacio, que va a habilitar muchas misiones que hasta ahora no eran posibles, un aumento del número de compañías con proyectos propios, y una «nueva economía» en las órbitas bajas y más próximas a la Tierra, es decir, donde se encuentra la ISS y cientos de naves y satélites. Porque es en esa zona donde la Humanidad va a dar un paso más allá y va a superar los límites de la ciencia y la tecnología, apunta el cosmonauta.

El español está convencido de que las grandes agencias, como la NASA y la ESA, seguirán «abanderando» el sector, pero también de que esa irrupción privada va a propiciar una aceleración de los desarrollos tecnológicos «impensable hace 10 años».

Y ¿sobre el turismo espacial?, ¿sobre el acceso al espacio de personas multimillonarias? Pablo Álvarez incide en la importancia «de aprender de los errores del pasado» y en el valor que las grandes agencias están haciendo por la seguridad y la sostenibilidad de la industria aeronáutica y aeroespacial. 

Ciencia sin gravedad

Desde que fue seleccionado, en 2022, como astronauta por la ESA, Álvarez se ha centrado en un sofisticado programa de entrenamiento básico que le ha proporcionado formación en áreas como sistemas, naves, caminatas espaciales, ingeniería de vuelo, robótica o sistemas de soporte vital, además de formación en supervivencia y medicina.

Todavía le espera, en 2025, formación en robótica en Canadá para manejar los brazos de la Estación Espacial o la preparación como piloto de aeronaves.

Tampoco cree que otros ambiciosos proyectos (llegar a Marte con naves tripuladas o regresar a la Luna) vayan a ir en detrimento de la ISS. «No tenemos otra estación y es el único laboratorio para hacer experimentos en microgravedad. Estoy seguro que vamos a seguir haciendo ciencia hasta el fin de la ISS», concluye orgulloso.