Voy a proponer a mi cuadrilla de amigos que en la próxima merienda dejemos los teléfonos móviles en la puerta. De esta forma evitaremos 'tentaciones' y que se graben algunas confidencias que surgen al amparo de un momento de camaradería durante la sobremesa. También les quiero sugerir que nombremos a un 'Defensor de la Moral', alguien que revise todos los wasaps que compartimos en el grupo y que se encargue de atender las consignas de los voceros de la corrección política para saber qué mensajes pueden pasar el filtro de la inquisición y cuáles han de ser censurados.

No quiero que nos pase como a esos alumnos de la Universidad de La Rioja, a los que han abierto expediente por mensajes machistas en un grupo privado. El rector se ha puesto digno y ha dicho que «son impropios de los universitarios». Menos mal que no ha dicho de quien sí serían propios. Supongo que el Magnífico creía que sus alumnos se expresarían en latín o utilizando el vuesas mercedes en sus conversaciones desenfadadas. 
Vivimos tiempos duros para sacar los pies del tiesto. Y si no que se lo pregunten a Nicolás Redondo Terreros. Al ex secretario general del PSE le han largado de su partido de toda la vida y parece que son pocos los excompañeros que le van a añorar. Estuvo bien el expresidente Felipe González -que imagino será el próximo en la purga, él o Guerra- cuando dijo que él no echó del partido a Nicolás Redondo padre cuando le montó una huelga general. 

Lo más triste de esa expulsión es que no necesitó de ningún debate en el seno del Comité Federal del Partido Socialista. Tan solo hizo falta una llamada de 10 segundos desde Moncloa para que los verdugos se encargaran de ajusticiar al díscolo. Así, sin ni siquiera mirar su brillante hoja de servicios.