Los políticos suelen ser muy previsibles. Incluso los 'versos sueltos' no acostumbran a salirse del guion, aunque sea el suyo propio, ajeno a lo que ordene el partido. De estos últimos apenas quedan en una casta política cada vez más profesionalizada. Se supone que un par de ellos. Isabel Díaz Ayuso en el PP y Emiliano García Page en el PSOE. Los dos, respaldados por mayorías absolutas en sus comunidades autónomas que les permiten sacar de vez en cuando los pies del tiesto. Los demás están al argumentario y a lo que manden las direcciones nacionales. En un arrebato de valor, nuestro paisano Luis Tudanca intentó echarle un pulso a la ejecutiva federal socialista. Al ver peligrar su silla en la Secretaría Autonómica del partido y su legado se dio a conocer en unos cuantos medios nacionales. La fama fue efímera. Le duró hasta que en su círculo de confianza le aconsejaron bajar el pistón -no vaya a ser que haya víctimas colaterales- y tras comprobar que los militantes no le sacaban en andas de las quedadas a las que les había convocado. Tudanca y sus fieles han vuelto al redil y ya hay pactado calendario de primarias del que saldrá el nuevo líder del PSOECyL.
Más allá de los asuntos internos, estos últimos días los parlamentarios autonómicos se han dedicado a elogiar o criticar el anteproyecto de Presupuestos de la Junta para el año que viene. Los del PP solo ven virtudes. Los del PSOE solo 'panfletos'. Algún día podrían ser más originales a la hora de intentar vender sus valoraciones sobre las cuentas a la opinión pública. Por poner un ejemplo. Los del partido que los ha elaborado podrían ser generosos y decir que se trata de un borrador, pero que están dispuestos a negociar con quien sea y admitir aquellas propuestas que parezcan sensatas. Los de la oposición, a ir partida a partida, y no hacer una enmienda a la totalidad. Esto último va por mi paisano ribereño Luis Briones. El exalcalde socialista de Aranda, y procurador en Cortes, lideró los reproches de los suyos a las cuentas, cuando igual lo que le apetecía era decir que no le parecía mal la inversión de 36 millones de euros en el nuevo hospital de su ciudad. Vamos, digo yo.