Mucho se habla de referéndums pero, de momento, el único del que se tiene noticia lo ha convocado el Ayuntamiento de Burgos. Resulta que el consistorio ha retomado el proyecto del anterior equipo de gobierno de encargar dos nuevos gigantones (una pareja compuesta por hombre y mujer) para que salgan de jarana con los ya existentes y con las verdaderas estrellas locales, los Gigantillos. En el nuevo dúo, el varón representará a Diego Porcelos, fundador de la ciudad. Y como no hay mucha constancia de quién era su esposa, o si tenía, se ha convocado al pueblo soberano para elegirle pareja y, de paso, homenajear a una mujer de peso en la historia local.
Pero, para que no pase como lo de aquella vez con Eurovisión, las opciones están restringidas a tres. Se puede votar, desde hoy y hasta enero, on line y presencial, atentos, por Doña Berenguela La Grande, Beatriz de Suabia y por la Condesa Mencía de Mendoza y Figueroa.
Y, las cosas como son, no parece que vaya a ver encendidos debates en las redes entre los partidarios de las virtudes de Berenguela (hija de los reyes Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet) y los defensores acérrimos de Beatriz de Suabia (consorte de Fernando III el Santo). También resulta poco probable que estos últimos ataquen a los seguidores de la Condesa Mencía (mecenas detrás de la construcción de la Casa del Cordón) tratando de socavar su prestigio. En definitiva, la propuesta, así de entrada, muy emocionante no resulta porque, tal vez, una figura como esta (una gigantona) no es lo más propicio para homenajear a estas personalidades históricas. Los gigantones son personajes festivos (derivan de La Tarasca medieval) y los propuestos suenan a todo menos a fiesta. Resultaría más interesante, por ejemplo, darle un toque de este siglo y que sean un reflejo del Burgos de hoy, en su variedad (las posibilidades son infinitas, solo hay que pasearse por las calles para verlas). Y, de paso, aprovecharlos como carta de presentación para nuestra languideciente candidatura a Capital Europea de la Cultura 2031, dar una vuelta de tuerca a la tradición, reinterpretarla saneada, innovar por una vez y armar algo alegre.
Para esto urge añadir a la «papeleta» del referéndum una casilla más: «Ninguna de las anteriores» y abrir las opciones. Porque, para colmo, el planteamiento actual encierra otro problema: ¿Cómo vamos a distinguir a los nuevos gigantones de los del Cid y Jimena? Son un poco lo mismo, ¿no?
Salud y alegría.