Si hubiera un campo o área en la que incluir la pregunta «¿el dinero da la felicidad?», este debería llamarse Existencialismo Financiero, un ámbito en el que cada vez surgen más estudios científicos para inclinar la balanza hacia el «Sí, por su puesto», o hacia el «No, por favor». Uno de los últimos ha sido realizado por la Universidad de Michigan, estudio que afirma que contar en la cuenta corriente con, al menos, 110.000 euros, multiplica la tasa de la felicidad sobre quienes no tienen esa cifra en el banco. Parece ser que, de las personas encuestadas por el estudio, han marcado la casilla de 'Soy feliz' el 100% de los que cobran más de medio millón de euros al año, mientras que los que ganan por debajo de 10.000 euros anuales solo la han marcado el 35%.
La identificación de la felicidad financiera con la felicidad emocional parece ser que tiene un origen relativamente reciente, concretamente desde que se ha dado por identificar el éxito personal con el éxito económico. Sin embargo, una vez alcanzado cierto número de ceros en la cuenta corriente, el crecimiento de ambos, dice la Universidad de Michigan, no es proporcional. Esto significa que el que Elon Musk haya logrado la semana pasada que los accionistas de Tesla le aprueben un bonus de 55.000 millones de dólares (unos 50.800 millones de euros) no le va a hacer mucho más feliz que lo que ya era.
De la misma manera, añado yo, no el estudio, que le ocurriría a una joven de 20 años rebosante de salud si le confirmaran que su ya estupenda capacidad pulmonar ha aumentado un 10%. O a alguien profundamente enamorado que, además de ser correspondido en la misma media por su pareja, le dijeran que también resulta tremendamente adorable para su familia política.
No sé si tener dinero te hace feliz y tener mucho dinero te hace muy feliz, lo que sí creo es que tener dinero te hace vivir tranquilo y tener mucho dinero te hace vivir más tranquilo todavía. Del mismo modo que creo que equiparar la felicidad financiera a la felicidad emocional es un error, y para comprobarlo no hay más que ver la deriva mental del mundo financieramente desarrollado.