Cada año reescribo esta columna en estas fechas. La confrontación de soledades, duelos, penurias, melancolías, conflictos, zozobras, angustias, desacuerdos, rencillas, enfermedades, o incluso la muerte, con el lado brillante de la algarabía navideña, la publicidad, la felicidad impuesta, las calles repletas, las compras, las galas, los símbolos religiosos y paganos, etc., genera ese sentimiento entre melancólico y apesadumbrado que hace años llamamos Navidumbres, un epítome simbólico mezcla de soledumbre, pesadumbre y nostalgia en el umbroso declive del año. Por eso, a muchas personas no les gustan las Navidades, un acueducto con tres arcos que van alternando tristezas y alegrías, opulencias con miserias, ilusiones con desaires, excesos con carencias: «Por mí mejor que las quiten, que pasen cuanto antes», dicen muchas que se sienten navidumbrosas. No es una enfermedad, pero sí una incómoda dolencia.
Pero, ¿qué recetar a quien la padece? Pues verá, a fuerza de parecer convencional, suelo prescribir tres remedios. El primero es la convivencia, palabra que significa compartir la comida con alguien, la comida buena y compartida es un símbolo de salud y alegría. Luego, no desprecies el rito, invita a alguien a comer o acepta la invitación. Y si estás sola esmérate con una comidita especial y un postre navideño con una copita de cava o moscatel. La segunda es la luz; las navidades son las fiestas del solsticio de invierno oscuro, por eso iluminamos las calles y las casas. Contra las negras melancolías, pongamos unas velitas, una guirnalda de led, un Belén con una estrella. Y la tercera es la música, los villancicos, las canciones alegres de las villas que es lo que significa esa palabra. Comida, luz y música son tres alimentos para el cuerpo, el cerebro y el espíritu. Tres remedios infalibles, que suelen olvidarlos quienes más los necesitan, las personas que padecen el síndrome de las Navidumbres. Estas medicinas, además de ser baratas, están neurobiológicamente justificadas, pues aumentan la serotonina, la dopamina y las endorfinas en el cerebro, que son los neurotransmisores de la alegría, la serenidad y el placer.
Esas son mis recetas, que acompaño con mis deseos de salud, belleza y buen humor para todas las personas de buena voluntad, y para las que no la tengan, también, a ver si les ayuda a mejorarla.