Recientes acontecimientos en los cielos y en la tierra, en Valencia y Burgos, Madrid, Bruselas o Washington muestran que la democracia basada en la representación por partidos políticos está obsoleta. Estas instituciones ya no sirven, no son ágiles ni eficientes, favorecen la indolencia y la corrupción y no representan la complejidad de las sociedades gobernadas. Este sistema se ideó hace siglos, pero el modelo actual se inició a mediados del siglo XIX en Gran Bretaña, en unas condiciones sociales y políticas muy diferentes a las actuales. Todo ha cambiado menos el sistema de elección y representación, por eso muchos opinamos que hay que cambiarlo, pero no sabemos por cual sustituirlo.
Los humanos somos seres cambiantes, pero también acomodaticios. Cuando algo no sirve, nos incomoda o envejece, lo cambiamos o lo eliminamos, pero como eso siempre nos genera ansiedad o temor, lo vamos posponiendo o lo destruimos sin sopesar las consecuencias. Lo que en política es inmovilismo o revolución, en psicología son las reacciones de sobrecogimiento o sobresalto, dos mecanismos de defensa contra la angustia y el miedo, pero ninguno adecuado para adaptarse a la vida y mejorar.
Si unimos los conceptos anteriores el resultado es claro. Si estamos gobernados por un sistema político que lejos de ayudarnos a mejorar y evolucionar nos impele a la parálisis o la revolución, y si no sabemos cómo cambiarlo, ¿a quién se lo preguntamos? Ahí es donde viene la IA, que para los expertos es una Inteligencia Ajena, es decir un sistema creado por nuestra inteligencia que ha producido una inteligencia distinta a la nuestra, más ágil, veloz, informada, serena y con mecanismos de autoevaluación y autocorrección integrados en ella misma. Luego, preguntémosle, que busque soluciones que nos ayuden a evitar el sobresalto y superar el sobrecogimiento, basándose en el profundo conocimiento que tiene de nosotros, de nuestras debilidades, fortalezas, instintos, tendencias, gustos, deseos, necesidades, carencias. Esto es lo que se denomina fenotipo digital, que es la huella que todos dejamos en internet a través de las TRI, Tecnologías de Relación e Información. Si la IA sabe más de nosotros que nosotros mismos, incluso podría saber qué partido nos representa mejor, o ayudarnos a encontrar un sistema político más ágil, eficiente y representativo de la realidad humana. ¿Qué perdemos?