Sabemos por Diario de Burgos que un argentino de nombre Figoli se va a quedar con el club. Sabemos que la cosa está a falta de flecos y sabemos que además va a traer a Luis Miguel al Bernabéu a cantar que la Bikina tiene pena y dolor. Pero conocemos muy poquito más y claro, eso inquieta.
Inquieta porque el precedente es el que es y porque la última vez la cosa salió rana. No quiere decir que ahora vaya a ser igual. Es más, entiende uno, espero que no demasiado confiado, que no se cometerán los mismos errores que la última vez que se vendió gran parte del accionariado a un argentino de nombre, por cierto, también italianizado.
Claro está que quien ha puesto dinero es quien ha puesto dinero y, nos guste o no, el Burgos es una Sociedad Anónima. Leyes de este fútbol nuestro ad hoc para unos pocos grandes que así tienen las ventajas de un club que es de su gente de verdad, pero con inyecciones millonarias de empresarios y bancos que dejan a crédito cantidades ingentes de dinero a un interés que el resto de los mortales no vamos a ver jamás. Pero esa es otra historia.
Igual de cierto es que un club de fútbol, sea sociedad anónima o no, es mucho más que una empresa. Por eso hay que pedir transparencia y explicaciones, que confío y espero llegarán. Ahora lo llaman hacer pedagogía en las altas esferas políticas. Y hay que pedir cautela, responsabilidad y memoria. Memoria para recordar que de no haber marcado Saúl Berjón en Almendralejo, quién sabe lo que sería hoy el club. Y memoria para recordar que aquella plantilla que no cobraba se siguió dejando todo para subir sin hacer ruido hasta que la situación fue insostenible.
Venta, Burgos y Argentina son tres palabras que no casaron nada bien en el pasado, pese a que la ilusión volvió de la mano de aquella gente con precios bajos y promesas lunares, pero la ilusión a cambio del riesgo de que te engañen nunca es buen negocio. Por eso toca preguntar y recibir respuestas. Pero sobre todo toca desear y rezar, al que le funcione, para que esta vez la cosa salga bien. Porque ya que no va a estar en manos de burgaleses, cosa que sinceramente uno no entiende dada la situación actual de asentamiento en el fútbol profesional del equipo, al menos, que esté en las manos adecuadas. Su bien será sin duda el de todos, pero su mal, por desgracia y deseando que no llegue, sólo sería nuestro.