José A. del Cura

Plaza Mayor

José A. del Cura


Reyes de Europa

16/07/2024

Las cosas pequeñas y sencillas son las que verdaderamente nos unen. Ha quedado más que demostrado este pasado fin de semana en Berlín cuando la Selección Española de Fútbol, la de todos, 'La Roja' como bautizara en su día al equipo el gran Luis Aragonés (Dios lo tenga en su Gloria), ha vuelto a colocarnos por méritos propios en el epicentro y cúspide del fútbol mundial.

Y es que, ¡ay, el deporte! Enigmático, banal, simple, pero a la vez tan complejo, éste no ha dejado de acompañar al ser humano prácticamente desde que lograra generar consciencia plena de estar vivo hace miles de años. Primero, por pura supervivencia personal (vivir o morir). Después, y ya en plena cultura helenística, por mera diversión y entretenimiento, pero también por salud. Es por eso que, mal que a algunos les pese, es indisociable del legado mortal y lo será hasta el fin de nuestros días. Por los valores, principalmente, pero también porque, bajo una bandera, camiseta o sentimiento, ni rencillas, ni problemas, ni rencores tienen cabida. O se aparcan, como ha ocurrido en estos 45 días en que merengues y culés, colchoneros, leones, txuriurdines, o las dos familias hispalenses, han sabido convivir y ver las bondades de sus rivales, y hasta diría enemigos en competiciones domésticas (sí, los hay demasiado viscerales), para animarlos y espolearlos como si fueran sangre de su sangre.

Eso y mucho más es lo que ha conseguido otro gran hombre y otro gran Luis (en este caso, De la Fuente). Un seleccionador cuestionado y puesto más de una vez en entredicho a nivel mediático tras recoger el testigo del anterior técnico nacional para dar continuidad a gran parte del bloque que éste escogiera para representarnos, y que con trabajo, constancia y humildad, ha devuelto la unión y la ilusión en el fútbol a todo un país generando, de paso y de la nada, nuevos héroes populares como Nico Williams, el precoz Lamine Yamal, o el indescriptible e inigualable Cucurella. Por eso mismo a todos ellos, al resto de sus compañeros, y también a los que se quedaron por el camino: ¡Gracias y viva la madre que os parió!