Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


Fotos en Las Huelgas

29/01/2024

La pasada semana, este periódico publicó (en portada, nada menos) que Patrimonio Nacional permitía a los visitantes realizar fotografías en el interior del Monasterio de Las Huelgas desde diciembre. En la información se recogía la opinión de turistas, guías e influencers, que aplaudían unánimemente la medida. Algunos lo hacían con tal efusividad que parecía que estábamos hablando de otra cosa, de la conquista de un derecho anhelado y largamente cercenado tanto para los visitantes, que por fin se pueden dejar el dedo en el botón de su móvil, como para el propio monumento, que podrá finalmente difundir sus maravillas por todo el orbe, abandonando las sombras. Se supone, además, que la medida aumentará las visitas, que son pocas para lo espectacular del lugar. En teoría la gente visita lo que ve por ahí, por Instagram, Tik Tok y demás; que si lo etiqueto, que si le retuiteo, que si le doy me gusta o como se llame en cada sitio…

Es una opinión, pero hay otra. No quiero pecar de antiguo, antifiesta o tieso pero yo no le veo la ganancia. Ir a Las Huelgas, como tantas otras cosas que podemos hacer hoy, es una experiencia; es sentir in situ un lugar sobre el que hay toda la información (y fotos) del mundo en el móvil que llevamos en el bolsillo trasero del pantalón. Visitarlo es experimentar la sensación de paz de andar por cualquiera de sus dos claustros, flipar con las yeserías de estilo hispanomusulmán o el coro, o sentirse pequeño en la bestial sala capitular con columnas en forma de palmeras. Es, sobre todo, dejarse imbuir de la espiritualidad del lugar, que no tiene que ver necesariamente con lo religioso, sino con un edificio construido para volver la vista al alma. Permitir tomar imágenes, en la mayoría de las situaciones, seamos realistas, es hacer eso mismo rodeado de gente de espaldas a las cosas y fotografiándose a sí mismos, con ellas de fondo. ¿Y para qué?, ¿para decir que estuvimos allí?, ¿para ver la vida que tenemos delante en una pantalla de cuatro pulgadas?, ¿para molestar al de al lado?... Para nada.

La experiencia es peor, para mí, al menos, lo convierte en otro lugar como tantos en los que los móviles omnipresentes mandan. Pero hay esperanza, la resistencia ha comenzado: algunos eventos o entidades culturales los están empezando a dejar fuera. Bob Dylan, por ejemplo, en su gira española de 2023 (todo vendido) prohibió los celulares y el Museo del Prado es la aldea gala que prohíbe hacer fotos en sus salas (y batió récords de visitas el año pasado).

Con o sin móvil (yo), no hay excusa para no visitar Las Huelgas, un lugar al que muchos burgaleses no han vuelto desde el colegio, que está en un barrio que es un paréntesis en el tiempo y que permite sentir, precisamente, lo que las pantallas aún no pueden captar. No se lo pierda. Salud y alegría.