El mayor éxito de Yolanda Díaz se lo debe a Alberto Casero, ese diputado del Partido Popular que votaba con los pies. Fue él quien permitió a la exlideresa de Sumar obtener su único éxito en política: la reforma laboral que apenas reformaba nada la de su paisano Mariano Rajoy. 
Yolanda se va después de que su conglomerado de partidos sumara un nuevo fracaso, esta vez en las elecciones europeas -le sacó 10.000 votos a Alvise Pérez, ese de 'Ahora empieza la fiesta' (para él y otros dos compañeros de lo suyo)-. La gallega se fue de su partido grabándose un vídeo a ella misma -muy propio de alguien con la autoestima tan desorbitada-, pero manteniendo la Vicepresidencia del Gobierno. Una cosa es dirigir a los cuatro gatos de Sumar y otra gobernar para 45 millones de españoles.

A Yolanda Díaz le han recordado estos días todos los proyectos políticos que ha ido liderando y liquidando. Son unos cuantos, ¿cuál será el próximo? En el PSOE se tientan la ropa por si decide afiliarse al partido. La de Fene no es, por supuesto, la única experta en enterrar proyectos, ni la que tiene más ego que votantes. Esto último les ha ocurrido a muchos exdirigentes de Ciudadanos. Un compañero de tertulia acostumbra a preguntarse qué hicieron mal los del equipo naranja para acabar como han acabado. Puede que la respuesta no sea tan complicada. Los que crean en el destino, dirán que es a lo que están destinados los partidos de centro (UCD, CDS, UPyD). Yo soy más de pensar que en la formación había mandos que tenían una opinión tan sobrevalorada de sí mismos que llegaban a despreciar a sus electores, sobre todo a aquellos que no olían a Nenuco.

Yo-yo-yo-Yolanda sigue en el Consejo de Ministros, y allí estará hasta que quiera Sánchez. Por cierto, ¿habrá llamado a Casero para darle las gracias? Sería un detalle.