Hace unos años alguien tan poco dado a los excesos o la hipérbole como Emilio Butragueño definió a Florentino Pérez como un ser superior. Este jueves, la sentencia más esperada en el fútbol, ha dado la razón a Florentino Pérez, que pasados ya los 70, se embarcó en un proyecto que desde 2021 ha sido un continuo remar contracorriente, la Superliga. Cualquier otro, a sus alturas de la vida y con el zurrón repleto de éxitos, hubiera tirado la toalla. Él no.
Temerosos ante las amenazas de la todopoderosa UEFA, la mayoría de los 12 clubes fundadores fueron abandonando un barco en el que el presidente del Real Madrid se encontró solo, con Laporta como único compañero de viaje. ¡Qué cosas! Barça y Real Madrid, enemigos íntimos deportivos, rivales de toda la vida, de la mano contra el establishment del fútbol.
Lo que hace esa UEFA omnipotente, el TJUE lo describió como posición de abuso dominante. Cuatro palabras que abrieron las compuertas y desataron los nervios, perdidos, en alusiones fuera de lugar a barras de bar. Por mucho que el fútbol estuvo, está y estará siempre ahí.
Enseguida, en cascada, algunas ligas y clubes se apresuraron a dar un portazo a la Superliga. En el otro lado del tablero, el CEO de la Superliga, Reichart, deslizaba que algunos dicen no en comunicados, mientras muestran interés entre bambalinas.
Con unos y otros empeñados en decir 'yo o el caos', muchos aficionados viven inquietos, presos de la incertidumbre del rumbo que tomará lo que es lo más importante de lo menos importante. ¿Habrá Superliga? ¿Dónde jugará mi equipo? ¿Será estrella, oro, azul? ¿Quedará marginado sin la pompa, y la pasta, de la nueva competición? La tierra prometida habla de fútbol gratis, convivencia con las ligas y competición abierta. Pero si el Girona ganara la Liga, el próximo año seguramente no jugaría en la categoría estrella. Y es ahí donde seguramente tengan más cosas que pulir… y explicar.
Pero, ¿qué busca Florentino? ¿Más dinero? Claro. Como la UEFA, como todos. Pero también, dejar un legado. Como Santiago Bernabéu. Ya tiene las seis Copas de Europa, como él. A punto, el nuevo Bernabéu, como él. La Ciudad Deportiva, innovadora, como lo fue la de Don Santiago. La Superliga sería su impronta, no en el Madrid, en el fútbol, cambiarlo, como Santiago Bernabéu con la Copa de Europa. También entonces muchas de aquellas cosas parecían una locura. Veremos.
Yo no lo tengo muy claro, sí me apetece ver más Real Madrid-City. Pero también, y, mucho el Arandina-Real Madrid. Hasta entonces, ¡Feliz Navidad!