Observo y escucho con indignación manifestaciones, actuaciones y decisiones en distintos ámbitos que ponen de manifiesto la falta de empatía y humanidad de la que hacen gala algunos de nuestros políticos y no dejo de preguntarme cómo personas de semejante catadura moral y falta de empatía han sido elegidas por los ciudadanos, incluso por mayoría, para estar al frente de las instituciones.
El primero de los casos es el de la presidenta de la Comunidad de Madrid que hace pocos días, en sede parlamentaria, volvía a justificar su nefasta gestión de las residencias públicas madrileñas durante la covid diciendo, sin inmutarse y con total falta de sensibilidad hacia los fallecidos y sus familias, que el traslado de las personas mayores contagiadas a hospitales no era relevante porque, total se iban a morir igual. Sí señora, sí. Todos nos vamos a morir, pero cuando eso ocurra tenemos derecho a hacerlo con dignidad, acompañados y asistidos por cuidados paliativos y no en soledad, sin que los nuestros lo sepan y abandonados, como le sucedió en las residencias madrileñas a más de siete mil ancianos debido a los protocolos de triaje impuestos por su Administración.
Pero no tenemos que irnos tan lejos. En la Junta de Castilla y León dice representarnos un vicepresidente, al que pagamos un estupendo sueldo, solo para lanzar, entre otras muchas perlas, mensajes racistas y falsos, que aquellos que no se informan llegan a creer, vinculando a la inmigración con la delincuencia o acusando a prestigiosas asociaciones dedicadas a la ayuda humanitaria como Accem o Cruz Roja de «colaborar con el tráfico ilegal de personas». Todo ello con el fin de estigmatizar a quienes huyen a la desesperada de la miseria y la muerte y de crear en la sociedad un clima de temor infundado que menoscaba la tan necesaria solidaridad. Un racismo que es consigna de la formación política a la que pertenece el señor García Gallardo y que llega hasta el Ayuntamiento de Burgos. Se materializa, en este caso, en la decisión del equipo municipal de gobierno de recortar a la mitad los fondos de la ya de por sí exigua Ayuda de Cooperación al Desarrollo.
Si, como se dice, los políticos son reflejo de la sociedad a la que representan tenemos un presente y un futuro muy negros.