Así llamaba don Miguel de Unamuno a la historia aparentemente intrascendente,  protagonizada por seres anodinos (ni nobles ni famosos, sin relumbrón) que, con su trabajo cotidiano, dan continuidad a las tradiciones, la cultura y la vida en general. Estamos acabando las celebraciones del  Día de la Mujer y no puedo por menos de llamar su atención sobre la tarea intrahistórica de las mujeres, de todas las mujeres.

Y tengo un ejemplo que me viene pintiparado. Se trata de una mujer, funcionaria, trabajadora competente donde las haya, que ha organizado y coordinado múltiples actividades: una  obra de teatro, una exposición fotográfica, la presentación de un vídeo, varias conferencias, un concurso literario, una entrega de premios, un recital/encuentro con autores, los talleres de defensa  personal, los actos institucionales… de los fastos de estos días. No pierde la sonrisa  por muy cansada que esté; sin refunfuños, sin regañadientes, siempre buscando la excelencia y toreando con buen ánimo los contratiempos que han surgido; una trabajadora consciente de lo importante que es hacer bien las cosas; y no se da ninguna importancia. No quiere salir en la foto, no quiere que la aplaudamos y se emociona cuando alabas su tarea. No se pone medallas y siempre habla en plural de su trabajo (aunque sabemos que es ella quien lleva la pesada carga). Es cercana, resolutiva, dedica a su tarea más tiempo del que le tienen asignado. Es una mujer anónima, como otras muchas, de las que compaginan trabajo fuera y dentro de casa, de las que cuidan de las emociones familiares y ordenan la oficina, que cocinan a diario para los suyos y también realizan su trabajo en la fábrica, que hacen la compra a horas intempestivas porque no quieren perderse un segundo con sus hijos, que se desvelan cuando los demás duermen… Y que buscan la excelencia en su profesión.

Seguro que conocen a alguien así: la madre, la esposa, la hermana, la hija, la amiga… Piensen un momento en ellas y cumplan con el mejor acto del Día de la Mujer: reconózcanles el mérito, denles las gracias o felicítenlas por el trabajo realizado. Y no solo ese día, sino todos los del año.