Una de las heridas abiertas en la ciudad se llama Plaza Vega, que debe su nombre a ser vega del Arlanzón y que constituía una de las puertas de entrada a la ciudad. En ella se alojaban viajeros y diligencias hacia/desde el norte y el sur y abundaban comercios y hosterías. La Plaza lleva años de decadencia a pesar de su emplazamiento privilegiado. El domingo, Rodrigo Pérez Barredo describía con su habitual precisión la decadencia y avanzaba una hipótesis explicativa: el párking construido hace tres décadas. La hipótesis es sugestiva y posible, aunque ahora sirve de poco ya que de lo que se trata es de revertir la situación y devolver a la plaza su relevancia. Porque el pasado esclarece, pero lo que nos debe importar es el futuro y cómo construirlo.
No hay duda de que el espacio físico es cualificado y la ubicación es único e indiscutible: la puerta de entrada por el sur al centro monumental. Varios factores han contribuido a su decadencia y todos ellos son subsanables con una política inteligente de rehabilitación que haga confluir intereses públicos y privados. Los públicos son evidentes, el Ayuntamiento ha soportado con tanta paciencia como impotencia durante demasiado tiempo la decadencia de la Plaza Vega y no ha sido capaz de imaginar un futuro para ese espacio singular y privilegiado. También intereses privados vienen bloqueando cualquier alternativa que haga viable la recuperación de la plaza que, finalmente, redundaría en favor de sus propios intereses.
La iniciativa debe tomarla el Ayuntamiento, que debería concitar ideas para imaginar una ordenación de la plaza que la devuelva atractivo para que intereses privados hagan viable la creación de un espacio urbano atractivo más allá del anodino cruce de calles que es ahora.
Entre el puente de Santa María y el Bulevar el espacio urbano sufre una decadencia que se vive como algo soportable e inevitable. Alguien debería intentar aportar ideas para recuperar ese espacio y ampliar el Burgos monumental histórico por la otra ribera del Arlanzón tal y como ocurría en tiempos pasados. Burgos lo merece, fue un espacio relevante en el pasado, y puede serlo en el futuro si alguien se ocupa, asuntos más difíciles se han resuelto.