...que resulta improbable que no se rompa. Tanto fracasa el gobierno en el Parlamento que parece difícil que no se estrelle y el presidente Sánchez se vea abocado a arrojar la esponja y ejercer su derecho indiscutible de convocar elecciones anticipadas. Solo él puede hacerlo (salvo moción de censura exitosa) y dispone del privilegio de elegir fecha. Si se fiara de Tezanos y el CIS convocaría de inmediato, ya que su encuesta le otorga ventaja y posibilidades. Pero no se fía, sabe que lo tiene complicado y tendrá que confiar, de nuevo, en una campaña eficaz, centrada en el miedo de los votantes a Vox y lo que significa.
Sin Presupuestos, sin garantía de conseguir aprobar leyes o convalidar decretos, salvo pagando un alto precio a las minorías, y con un horizonte judicial complicado, que multiplicará el ruido y la furia del debate político, la opción de plegar y volver a repartir las cartas electorales resulta cada día más atractiva, aunque sea una opción sin garantía para revalidar una mayoría suficiente.
Mientras tanto, el debate político español no puede ser más deprimente y desmovilizador para el ciudadano. Solo se ocupan de meter el dedo en el ojo al adversario sin el más mínimo decoro. Lo malo es que el entorno internacional es de lo más hostil y complejo, tanto que exige dirigentes centrados o mejor, concentrados, en dar lo mejor de sí para trasmitir confianza al electorado.
Europa afronta uno de sus 'instantes decisivos', que requieren liderazgo y firmeza. Macron, en horas bajas, traslada esa actitud; Alemania se ha rearmado de responsabilidad y los británicos vuelven a sentir en europeo. España debería estar a su lado, pero no es posible, cuenta cada vez menos, entre otras razones porque su gobierno no sabe si está a setas, a Rolex o a nada. Polonia, los bálticos, los escandinavos y hasta Meloni tienen posiciones más claras y decisivas en el concierto europeo.
La aportación de Sánchez esta semana ha sido proponer el uso de una palabra que no sea rearmar para rearmar los activos de defensa europeos. Nominalismo de bajo vuelo. En estas lamentables condiciones, volver a repartir las cartas parlamentarias y recomponer el cuadro puede ser la menos mala de las opciones. Más aún a la vista de cómo van los otros. Gobernar en minoría crónica es muy complicado y lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.