El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y sus incomprensibles, por imprecisos y cambiantes, planes para Ucrania y Gaza han puesto en el centro del debate la necesidad de un rearme por parte de la Unión Europea que parece obedecer más al poco cariño que nos tiene el líder americano que a una información cierta de que en los planes de Putin esté atacar al viejo continente (al menos en lo que nos llega a los ciudadanos). Lo único cierto de toda esta historia, en la que se ha hablado antes de dinero que de un diagnóstico cierto, es que hay que gastar más en Defensa. Y eso solo se puede hacer subiendo los impuestos, con más deuda o recortando otros gastos. Evidentemente, no podemos ser una isla en este asunto, pero ninguna de las tres alternativas que se presentan parece que sea para celebrar.

Hemos sabido por las páginas de este periódico que once empresas burgalesas trabajan con el Ministerio de Defensa y el objetivo de la industria es incrementar la colaboración para participar en una mayor proporción de una tarta que se va a hacer más grande. Hace bien el tejido económico de la provincia en buscar oportunidades allí donde surgen, pese a que estos asuntos resultan siempre incómodos.

Se esté más o menos orgulloso, la historia de la ciudad ha estado siempre muy unida al Ejército y es indudable que ha constituido una fuente de riqueza para esta tierra durante décadas. Su papel fue clave en que Burgos ganara población durante el siglo pasado hasta que la industria, a través del polo de desarrollo, dio el gran empujón a esta tierra.

Esperemos que el incremento del gasto en defensa sea preventivo y que después de Trump, USA vuelva a ser nuestro aliado.