Cuando la mente falla, la biografía se resiente. Algo así interpreta magistralmente la actriz protagonista Julianne Moore en la película Still Alice, basada en la historia de una reconocida profesora de lingüística que comienza a tener olvidos en asuntos cotidianos, y que acaba siendo diagnosticada de enfermedad de Alzheimer de inicio temprano, poniendo en evidencia el drama que supone no ya tener olvidos en apariencia intrascendentes, sino empezar a olvidar quién eres tú y quiénes son los que te rodean.

Hace tiempo que me parece que los recuerdos nos traicionan, quizá por aquello de que nos hacemos selectivos y hacemos más o menos involuntariamente que nuestro cerebro recuerde lo que nos conviene. De esa manera, cuando compruebas tus olvidos te justificas, es humano autojustificarse. Pero si empiezas a olvidar dónde está el aseo de tu casa o cómo se llaman tus hijos, como sucede en la película, el asunto adquiere otro cariz y podemos caer en el agujero negro del olvido, en el que todo empieza a resultar extraño e incluso tú acabas siéndolo para ti mismo.

La aparición de cualquier enfermedad mínimamente importante inaugura un drama, algunas, con el paso del tiempo, pueden cambiar su calificación, pero el alzhéimer inaugura y perpetúa un drama con una onda expansiva que hiere a todos los que rodean al protagonista con daños colaterales destructivos. Y hay que buscar ayuda para minimizar los daños. Dicen los psicólogos que lo que más nos gusta es escuchar nuestro nombre, pues si es así, olvidarlo o no reconocerlo puede que sea lo más dramático que llegue a sucedernos. 

Desde hace 30 años, en Burgos existe una asociación de ayuda a las personas con alzhéimer y a sus familias. Como todas las asociaciones comenzó con la buena voluntad de sus promotoras, mujeres, por qué será, y ahí siguen, lidiando con una enfermedad que aún no tiene un buen tratamiento pero llegará a tenerlo. Más allá del sistema sanitario, muchas enfermedades precisan del apoyo de movimientos ciudadanos sensibles con unas necesidades que conocen de cerca.

Vaya desde aquí mi reconocimiento a quienes tuvieron esa iniciativa con el alzhéimer y al Dr. Goñi, que siempre estuvo ahí, y sigue estando con ellos.