Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Desprotegidos

07/06/2024

He vuelto a leer esta semana una noticia sobre un nuevo ciberataque a una multinacional, a la que han conseguido esquilmar los datos de miles de españoles. Datos que luego se han vendido al mejor postor y que ya andarán circulando para beneficio de unos pocos.

Yo, no controlo este asunto, solo sé que se trata de un derecho fundamental que nos garantiza el control del uso y destino de nuestros datos, y evitar su mercadeo o utilización para cuestiones que no hayamos autorizado. Suena muy serio y he intentado siempre, supongo que marcado por mi profesión y por mi educación, que la discreción y la prudencia sean algo inherente a la labor que realizo y a la actividad en que me muevo, no siendo por ello necesario, en mi opinión, que se nos someta a unos controles y un sobrecoste que, después de tantos años, todavía no entiendo. Igual es cuestión de invertir todos esos esfuerzos y fondos económicos en educación y no en organismos y normativas que no comprendemos. Me preocupa, porque cuestiones que debieran ser naturales y obvias para todos, como el respeto por los datos de los demás, nos han hecho creer que deben ser fiscalizados y controlados por un servicio inventado solo a tal efecto.

Luego, además, la vida diaria me lleva a no entender nada, porque si por un lado, estamos todos como locos haciendo firmar formularios sobre protección de datos y añadiendo cláusulas interminables e ilegibles; por otro, lo que observo, es la enorme exposición que hacemos en redes sociales, internet y en todos los medios digitales a nuestro alcance, donde, casi sin filtro alguno, contamos y mostramos al mundo las mayores intimidades, no solo nuestras, sino que llegamos a compartir y hacer partícipes a terceros, a menores, y a totales desconocidos, dándoles acceso absoluto a información sensible y peligrosa. Y todo, parece ser que por conseguir un like o un seguidor más. Así que no creo en la protección de datos, y lo siento, porque parece que no soy la única -siempre hay caritas cuando hablas de este asunto- y eso me deja claro que por ahora, nadie cree en su efectividad, más allá del miedo a que, como en todo lo que no entendemos, se nos acabe sancionando.