Empieza la primera mañana del año y en la casa, aún tranquila, late un caos amable de juguetes esparcidos; de dibujos de casas, árboles y ríos y también de personajes fantásticos que acompañan algunos ratos de esos niños que los han coloreado con el entusiasmo propio de quien hubiera descubierto que el color es un lugar; el primer sitio en que uno aprende a relacionarse con el mundo y con la vida.
Hay paz y sientes cerca algo parecido a la belleza ese día en que permaneces alejado de la tensión de informativos de radio y con la fortuna de no tener que soportar la vida en alguno de los lugares donde odio y muerte la han hecho ya insoportable.
Antes de despertar el alboroto que hoy alumbrará la casa, el aroma que sale de la cafetera llega hasta el cristal de la ventana junto a la que te has sentado sirviéndote una taza que vas a saborear mientras escuchas la música escogida hasta que comience el Concierto de año Nuevo y al que seguro que prestas alguna atención rodeado ya, entonces, del inevitable alboroto.
Has recorrido la espléndida y hermosa Viena y sabes que enseña o esconde bien según mejor convenga. Por ejemplo, sobre su Filarmónica nadie negará su prestigio y valía, pero se conoce poco de su oscuro pasado de músicos judíos asesinados o deportados y nazis permitidos, la mitad de la orquesta una vez caído el nazismo. O sobre su Concierto, nadie negará que es el más visto y popular de los de música clásica pero no sé si es muy conocido que se celebra desde 1939 promovido por un íntimo de Goebbels, el ministro tan preocupado por ocultar los orígenes judíos de los austríacos Strauss, saga de músicos preferida para interpretar en este acontecimiento.
El concierto de este año no te ha gustado mucho entre otras cosas porque en su acentuado nacionalismo y chovinismo te ha desconcertado el olvido del bicentenario del estreno en Viena de la Novena de Bheetowen (marzo de 1824), de donde además saldrá la melodía (Oda a la Alegría) capaz de expresar los valores europeos de libertad, paz y solidaridad. No sé si este año a los austriacos les va a interesar mucho Europa (elecciones con pronóstico ultraderecha) pero como la música también es un lugar en el que uno aprende a relacionarse con el mundo y con la vida, he vuelto a escuchar la Novena. Creo que también para volver a sentir cerca algo parecido a la belleza.