Atónitos se quedaron ayer algunos alcaldes al escuchar al director general de Carreteras e Infraestructuras de la Junta de Castilla y León, Jesús Félix Puerta, que para el asfaltado del tramo de 10 kilómetros de la CL-629, de Entrambasaguas al límite con Vizcaya, había que esperar al 2025 o incluso a 2026. El responsable de la Consejería de Movilidad se llevó buenos rejonazos de los alcaldes, pero aguantó el tipo con mucha educación y fue sincero, algo de agradecer en estos tiempos de política de márketing y cortoplacismo. Pero los alcaldes se impacientaban y se llevaban las manos a la cabeza. Una actuación definitiva «para muchos años», como la describió Puerta «no llegará ni en uno ni en dos, sino en varios años». Otra de sinceridad que dejó al personal con una clara impotencia, porque el argumento era demoledor... no hay dinero para atender los 11.000 kilómetros de carreteras de la Junta de Castilla y León con un presupuesto ridículo y paupérrimo de 112 millones de euros como el de este año. Similar, añado yo, al de años pasados.
Así, tanto la carretera CL-629, vital para el tránsito de visitantes y el flujo económico que da media vida a Las Merindades, como todo el resto de las vías de titularidad regional están hechas una auténtica vergüenza. Las ojeras del director de Carreteras denotaban que está afrontando tiempos difíciles en su departamento y las peticiones de mejora inundan su mesa. Lo confesó en Villarcayo. La pregunta es si el Ejecutivo regional, cuando escribo estas líneas, todavía del PP y Vox, va a seguir dejando abandonadas hasta el extremo las vías de comunicación de Merindades, Burgos y Castilla y León, poniendo en jaque la economía de una región que necesita empresas como el comer. No se entiende ese presupuesto rácano, ni ese abandono de algo tan vital como las comunicaciones.