Estaba previsto que a partir de las 12 del mediodía la borrasca Kirk desatase toda su ferocidad, pero ya a primera hora de la mañana se podían ver por las calles los primeros estragos de intensos soplidos. Salir a la calle empezó a ser un acto de fe, pues hasta la racha de viento más débil desestabilizaba a cualquiera. Los paraguas se daban la vuelta con facilidad, cualquier mobiliario urbano se tambaleaba y de los árboles comenzaban a caer ramas, grandes y pequeñas. Hasta que, al final, cayeron a plomo pinos y plátanos cortando calles, aceras y hasta paseos enteros. El temporal azotó Burgos con fuerza, tanto en la capital como en la provincia, que fue la que más incidencias registró de toda Castilla y León. Tres personas resultaron heridas a causa del vendaval.
De este a oeste y de sur a norte, la borrasca azotó la capital sin piedad. Una de las zonas donde más se dejó notar fue en la avenida de Castilla y León y la ribera del Vena. Aquí se notificaron los primeros avisos, especialmente tras la caída de un árbol de grandes dimensiones a la altura de la Comisaría Provincial. Un hombre de 50 años resultó herido al golpearle cuando trataba de cruzar la calle. Los Bomberos, que a lo largo de la jornada atendieron más de 120 llamadas y hasta la noche mantuvieron en la calle a 22 efectivos, sólo pudieron acordonar la zona antes de marcharse a otro lugar. Media hora después, el viento derribó otro pino justo al lado. Por suerte, esta vez no golpeó a nadie, pero sí que fue necesario cortar un carril.
A escasos metros de allí, las rachas ocasionaron otra incidencia que se saldó con un herido leve. La valla de una obra en la confluencia con la calle Los Canales golpeó a un hombre de unos 60 años, que a su vez cayó al suelo y chocó con el quitamiedos de la calzada. También tuvo que ser atendido por una ambulancia del Sacyl.
El tercer incidente con heridos se produjo en Fuentes Blancas. En este caso, otro hombre de 58 años tuvo que ser evacuado al HUBU por lesiones provocadas por la caída de una rama de un árbol. Y es que, como era de prever, esta zona y el parque de La Quinta se vieron afectados por el temporal.
Bien es cierto que a orillas del Arlanzón los mayores destrozos se produjeron en el Paseo Sierra de Atapuerca. Varios árboles de grandes dimensiones de desplomaron con tal fuerza que destrozaron las vallas de la ribera del río. La suerte es que nadie pasaba por el lugar en ese momento, pues sin duda este hecho habría acabado en desgracia.
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El campo burgalés tampoco se ha librado del temporal y los agricultores ya hacen cálculos de las cuantiosas pérdidas económicas que sufrirán. El huracanado viento de ayer destrozó buena parte de los girasoles, ya que la mayoría poseen un tamaño importante a estas alturas del año y en algunas tierras ni se podrá llegar a cosechar. Mientras, la patata en el Valle de Valdelucio y El Tozo -la zona más productora de la provincia- ha quedado completamente arruinada debido a que la lluvia no ha parado de caer desde mediados de septiembre y ha inundado por completo la superficie.
Las tierras de patatas ya no pueden soportar más agua y así lo demuestran los grandes charcos en un momento donde se debería estar terminando de recoger toda la producción. «Lo que cayó desde finales de agosto a mediados de septiembre entraba dentro de lo normal, pero desde entonces no ha parado y entre las tres últimas semanas ya se han superado los 300 litros», aseguran los productores Juan Carlos García, Javier Aparicio e Iván Bravo. Recuerdan que el año pasado terminaron la cosecha el 13 de octubre, pero en este momento las expectativas son nefastas. «Nunca jamás habíamos visto esto, que estemos todos sin sacar ni una patata...», manifiestan.
Una de las principales razones de que el espacio que se destina a este tubérculo se haya desplomado se encuentra en la gran inversión requerida. Así, los profesionales exponen que el coste por hectárea ronda los 8.000 euros y que -teniendo en cuenta que en esta zona suman unas 300- se calcula que las pérdidas en esta ocasión pueden alcanzar los 2,5 millones de euros. «Tenemos mucho dinero ahí metido y al año que viene se tiene que volver a invertir si queremos seguir en esto», expone Luis Antonio García, de Quintanas de Valdelucio.
Uno de los grandes problemas de la falta de patatas la tendrán en la cooperativa Santa Isabel, manifiesta Luis Antonio, presidente de la misma. «¿Qué hacemos con los trabajadores si no tenemos patatas? Una empresa sin actividad tampoco tiene sentido, pero no la podemos cerrar porque el año que viene está ahí», asegura, mientras recuerda que tienen a tres empleados fijos para realizar las diversas labores. «Ni en mis peores sueños imaginaba una situación como esta», añade.
Los agricultores ya explicaban la semana pasada en este periódico que la recogida se estaba retrasando más de lo habitual debido a las lluvias, pero en estas últimas jornadas la situación ha empeorado y ha generado que la mayoría asegure ahora que apenas se va a conseguir algo. Además de que habrá que esperar a que cesen las precipitaciones, luego se tendrá que secar el terreno y comprobar qué daños ha sufrido este alimento después de tanto tiempo expuesto al agua. «Igual a mediados de noviembre, si se seca la tierra, podemos sacar algo. Eso sí, la mayoría tendrán problemas por estos encharcamientos; la patata no respira», dicen.
(Más información y fotografías, en cinco páginas en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos o aquí)