Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


10 millones

12/06/2024

Aún no habíamos atravesado la delgada línea del tiempo que separaba un siglo del siguiente, cuando la Organización de las Naciones Unidas declaró al XXI como el Siglo de las Mujeres, y aunque en la parte del mundo que aún sobrevive en vías de desarrollo la discriminación femenina todavía se mantiene vigente a todos los niveles, lo cierto es que entre las naciones afortunadas como España las dos primeras décadas están siendo determinantes para avanzar en la igualdad de género.

Datos como el referido al empleo del mes pasado, que reflejan que en España diez millones (10.000.000) de mujeres estamos ahora mismo trabajando, suponen un mosquetón importante en la subida de esta empinada escarpada. Se trata de una cifra récord en nuestro país, un logro alcanzado en mayo, que evidencia que el avance constante de la incorporación de mujeres al mercado de trabajo se acerca paulatinamente al 50% del total de empleados. Supone, concretamente, el 47,4%, y aunque nosotras compatibilizamos nuestros trabajos con cargas familiares y domésticas más que los de los 11.321.000 hombres que están activos en el mercado laboral, de ahí la parcialidad y precariedad de muchos de ellos, esto no ha sido óbice para lograr ascender en la senda del empleo. 

La cifra se encuentra en la media del resto de países de Europa, donde solo Lituania cuenta con más empleo femenino que masculino y evidencia, al igual que en el resto de naciones desarrolladas, cómo el talento de las mujeres está contribuyendo de forma definitiva al progreso, en términos económicos, pero también sociales y culturales.

De hecho, ya es factible imaginar cómo en España las mujeres logran superar con gran éxito los retos del mercado de trabajo del siglo XXI, pues las políticas adaptadas en materia de corresponsabilidad y conciliación, unidas al descenso de natalidad y a la mayor cualificación de las mujeres respecto a los hombres, se unen las ventajas de la digitalización, cuyas posibilidades permiten a las trabajadoras acceder en mejores condiciones que las de hace apenas 25 años a puestos que tradicionalmente se asignaban a la fuerza laboral masculina. Y digo fuerza, en sentido literal.